julieta 1

La hoja en blanco.

Por Julieta E. Libera Blas.

“No te preguntes si puedes vivir de la escritura, pregúntate si puedes vivir sin ella”

Inma Luna, escritora.

Apreciados lectores y lectoras.

Once años pasaron para que volviera a escribir una columna, hace algunos ayeres escribí semanalmente para un diario en Tamaulipas, fueron casi cinco años de entregas, de amar aún más a la escritura. Una vez que se cerró ese ciclo, un bloqueo descomunal surgió en mí, aunque cogía la pluma y la hoja en blanco nada podía escribir, nada que me convenciera o que pensara que valía la pena para subir a redes, así que me volqué a la lectura.

Aunque tomé talleres literarios pocos me dejaron un aprendizaje. Sin embargo, recuerdo uno de ellos con agradecimiento y aunque la escritora Lourdes Meraz tiene su propio lugar en este arrebato exquisito de la escritura, el prof. M.E.M. fue la primera persona que con sumo enfado me regresó mis escritos exigiéndome ser mejor.

Lloré impotente porque me sentía incapaz de dar el ancho y en varias ocasiones sentí que debía de olvidarme de la escritura, así de endeble me sentía.

Él me enseñó lo importante que es sentir cada párrafo, cada sensación que los personajes tienen, el ambiente que describen. Me mostró el mundo genuino de la escritura, el amor hacia un montón de hojas escritas con pasión, el dejar el alma sólo por tener cada día el continuo de una historia.

Cada recomendación literaria que el profesor me ofrecía era la oportunidad para conocer el vasto mundo de Onetti, Tairo, Emmanuel Carrére, Pallaniuk, Aira, Coetzee, Carson McCullers, entre otros; siempre insistiéndome que tomara en cuenta su estilo de escritura, pero sobretodo que aprendiera de ellos.

De él aprendí a ser honesta con la escritura, a serle fiel, a amarla pero sobre todo a creer en mí, creer en que puedo ser mejor. Atreverme a hacerlo porque seamos honestos ¿cuántos de nosotros en algún momento hemos dejado de creer en la bonanza que somos?

Hace unos días, platicando con una persona muy querida, llegamos a la conclusión que el miedo ha sido un obstáculo enorme en nuestras vidas, el temor al rechazo, a la crítica malsana. Mi miedo radica en rememorar el porqué comencé a escribir a los siete años y sinceramente no deseo volver a sentir esa terrible soledad.

Lo que deseo es seguir en este continuo viaje que es la escritura, no sólo hacer reseñas literarias en un blog en Instagram. No sólo escribir breves cuentos sino que vean de nuevo la luz como hace once años en donde el miedo no me abrazaba el cuerpo, las ganas, el alma.

Cuando tenemos un don por más que lo rechacemos la vida siempre nos lleva una y otra vez hacia él. Nos busca y nos encuentra cientos de veces y queda de nosotros aceptarlo o rechazarlo y yo prefiero ser feliz a seguir negando una de las cosas que me da felicidad y alegría, la que me da esperanza de crear vida; de construir y destruir.

Tengo horas delante de esta hoja en blanco. En mi ordenador se escucha la voz profunda de la célebre contralto Kathleen Ferrier. Me hundo en mis pensamientos y en la vida que he tenido a lo largo de estos once años en donde me di cuenta que sin la escritura no pude vivir.  

2 comentarios en “La hoja en blanco.

Deja un comentario