Por: Marycruz Nuñez Miranda
La colonia Portales debe su nombre a la antigua Hacienda de Nuestra Señora de la Soledad de los Portales. Era un terreno inmenso, plagado de huertos y establos que pertenecían a Manuel Sánchez de Tagle, quien fue poeta y redactor del Acta de Independencia. Años después, la hacienda cambió de dueños; se trazaron calles, parques y viviendas que transformaron el paisaje de este lugar.
El 10 de agosto de 1957 se inauguró el famoso mercado Portales. Algunos cronistas cuentan que, a unas cuadras, previamente existió un tianguis construido con techos de madera, el cual se incendió por un accidente en un puesto de carnitas. Aunque esto solo es una hipótesis, en algunas vecindades que han sobrevivido a la industria inmobiliaria todavía quedan vestigios de los antiguos puestos de birria y tamales, mismos que en la actualidad se han convertido en leyendas culinarias del barrio. El mercado Portales se encuentra entre las calles de Libertad, Av. 5 de Febrero, Juan Escutia y Calzada Santa Cruz.
Entre los pasillos del mercado se encuentran negocios que venden desde alimentos, ropa, dulces, trastes, hasta los famosos puestos de disfraces y uniformes. Este lugar tiene una gran variedad de locales y, también, es un mundo de personalidades. En los locales 582 y 583, por ejemplo, se encuentra Don Six y su hijo Uriel, con sus puestos abastecidos de auténticos productos oaxaqueños. Uriel lleva el apodo de “Woody”, por la buena relación que tiene con su padre y por aquello de ser tu amigo fiel. Ellos venden quesillo, tripa seca, pan de yema, maíz pozolero, chalupas, chapulines, tostadas pozoleras, tlayudas, mole negro, mole almendrado, chorizo, tasajo, cecina, nata, crema pura, chocolate y, por supuesto, mezcal. Cada que yo llego al puesto, me saludan con una gran sonrisa y me ofrecen un pedacito de quesillo que, al comerlo, de inmediato me hace querer comprar todo lo que venden. Presumen que cada semana se surten de algo nuevo y todo está fresco. Ellos me conocen, y basta con que digan: “¿Lo mismo de siempre?”, para sentirme satisfecha con mi compra.
Siguiendo por los pasillos centrales, está el puesto número 526, que pertenece a la pollería de don Alejandro, con pollos tan grandes que parecen pavos. Este locatario se hizo famoso por preparar unas deliciosas hamburguesas y el pollo al pastor. Toda buena ama de casa, como yo, disfruta de las novedades de Don Alex. Al final del pasillo, se asoma un puesto de frutas que abarca cuatro locales y cuya propietaria es doña Carmelita. Ella ofrece variedad de frutas como mangos, naranjas, toronjas, duraznos, piñas, peras y plátanos que cuelgan de su racimo y se antojan con solo verlos. Carmelita es muy seria, y pareciera que siempre está enojada, pero es porque no le gusta que «malluguen» su mercancía. Los domingos se hace una gran fila, y se necesita paciencia para esperar el turno sin cansarse ni recargarse en el otro puesto, pues la dueña, invadida por la envidia, grita: “¡Si no compra, no estorbe!”. Finalmente, los últimos locales están destinados a la venta de disfraces para las festividades escolares (bailables), pero también es posible encontrar disfraces de monstruos y personajes de películas famosas. Mucha gente acude aquí en temporada de Día de Muertos y Navidad, pues aseguran que encontrarán lo que tanto buscan.
El mercado de Portales, a pesar de ser muy concurrido los fines de semana, se ha deteriorado. Le hace falta mantenimiento, y la gente que compra con frecuencia asegura que ya es caro, y que en los alrededores han crecido muchos puestos que, aunque son más baratos, no siempre ofrecen la misma calidad. Pero como dice el dicho: “Para todos sale el sol”, y este mercado seguirá siendo un emblema de la colonia Portales.


