HOMERO

Por Lenin Rojo Curiel

Siglo VIII a C.

No hay silencio antes de la palabra.

Aunque el mundo está ahí como un eco de las cosas vivas que murmuran verbos olvidados, los elementos no tienen nombre; tienen presencia.

Los elementos, además, manifiestan potencias; hay dioses, ninfas del agua, hijos del fuego, fuerzas del aire.

La primera palabra dicha que es un nombre que no nos aleja de las cosas y que, al contrario, suscita esa misma presencia, es un canto.

Esa es la lengua de Homero.

Esa lengua se canta, Aedo, en griego: “Canta oh, Musa la cólera del Pelida Aquiles…

El canto sólo ha de evocar la presencia de lo memorable y conjurarlo al presente.

Homero tiene ese privilegio. Es llama y canto.

Abrumados y maravillados nos enteramos que, como todo lo inmenso, Homero es uno y es muchos. En ese caso él conjunta, que no inventa, y nosotros zanjamos la cuestión afirmando que la lengua es de quien la dice, la pronuncia y la despierta.

Homero tiene ese privilegio.

Al averiguar sobre su nombre, resulta qué en Lesbos, “Homeroi” significa “ciego”.

¿Ciego antes o después de cantar-escribir La Ilíada, La Odisea?

Mi primera ocurrencia es que para preservar las imágenes y el poder de evocarlas, para que de verdad la palabra duela y abra ventanas, narre memorias, historias, mundos terrestres y celestes, Homero haya tenido que pagar con la ceguera. Suena bien, pero es insuficiente. Y la sorpresa viene al investigar en fuentes contemporáneas.

Por supuesto tienen la veracidad y la fuerza de las leyendas y el testimonio.

La primera se refiere a una de las obsesiones en vida de Homero; visitar la tumba del héroe máximo: Aquiles. Emprende una larga y penosa peregrinación, pero al llegar al lugar se encuentra un páramo desolado y en completo abandono. Aunque el pasado es siempre una ruina, no se explica cómo esa desolación pudo haber guardado el más grande esplendor.

Homero decide pasar la noche en vela y al tener el don del canto convoca a sus hermanas las Musas y decide formular un deseo que compromete su palabra, empeñándola, como Orfeo, en un intento vano. Quiere con fervor contemplar al héroe con todo y su refulgente armadura como el día de su última batalla y en su mejor momento. Deseo concedido, los dioses son generosos y crueles; él sacrificará la visión del ruinoso presente por el don de evocar las hazañas y el brillo perenne del pasado.

No obstante, su innegable belleza, hay otra historia que es más digna del enredo griego, y es la de que Homero es cegado por la mismísima Helena de Troya.

Y no físicamente, sino por la pura imposición de su voluntad, de sus gestos, de su presencia.

Además, existe un antecedente de esa prerrogativa divina. Estesícoro, el gran poeta lírico había escrito acerca de Helena y la había dejado en mal culpándola de la catástrofe troyana. Tal y como al parecer era vox populi.

Helena, no sin razón, se indigna y enfurece al punto de cegar al desdichado por la imposición del fuego de su voluntad y exigiendo una reparación para que el castigo le fuese revocado.

Nada peor que este castigo para un poeta lírico; el que canta las formas que devienen mundo. Para recobrar la vista, Estesícoro escribe una palinodia, en la cual se retracta de las acusaciones anteriores. En esta nueva argumentación presenta la fascinante y genial idea de un “Eidolón” -“doble”, en griego- ideado para cargar con la culpa de las maquinaciones divinas, no en la persona de Helena, sino en su doble. Lo cual podría ser el principio del retrato: el parecido (Hola, Dorian).

Una vez hecha la sustitución y la Palinodia publicada, la visión -ese don inestimable- le es devuelta.

Homero es otra cosa.

Es un poeta épico y también ha sido cegado y por la misma razón: mantener que la culpa de la guerra de Troya es de Helena y su infidelidad con Paris Alejandro, a sabiendas de este hecho él se mantiene en la leyenda de la mujer fatal, la destructora de navíos, la asesina de guerreros, la ruina de las ciudades.

¿Cómo era Helena?

Primero su linaje, es hija de Zeus y Leda, es decir: hemitheroi – mitad humana, mitad divina. Y es importante puesto que debe tomarse en cuenta a quién reta Homero. Es una semidiosa con un poder tremendo.

Cuando los griegos y los troyanos dicen que era la mujer más bella del mundo, dicen mucho y dicen poco, La belleza es siempre una excepción y roza en otro extremo con la monstruosidad y el aislamiento.

Debe haber algo más y aquí lo encuentro; Testimonio del Consejo de Ancianos Troyanos, no perturbados por evocación alguna del presagio funesto que va unido al nombre de Helena.

“Ven que ella, Helena, avanza hacia ellos y, en voz baja intercambian palabras aladas: cuando se está ante ella tiene el aire terrible de las diosas inmortales”.

Este poder ha demandado que Homero destruya su narración -La Ilíada, nada menos-, y que, cómo Estesícoro, Homero se retracte escribiendo otra versión.

En verdad que existen argumentos en descargo de Helena. El siguiente es de Leontinos de Georgias y al ser ejemplar lo cito completo.

“Pues o por designios de la Fortuna, por decisiones de los dioses y por decretos de la Necesidad, Helena hizo lo que hizo, o raptada por fuerza o persuadida por palabras dichas o cautivada por amor. Ahora bien, si fuere por lo primero, el acusador es digno de ser acusado pues un deseo de un dios no puede ser obstaculizado por una previsión humana”.

“Y un dios es más fuerte que un hombre tanto en fuerza como en sabiduría como en lo demás. Así pues, si hay que atribuir la causa a la Fortuna o al dios, a Helena hay que absolverla de la Infamia”.

Ahora que la simpatía ha girado a favor de la belleza revelada, encontramos un último relato, origen de la tragedia y es un testimonio de descargo mitológico a favor de Helena.

En un ágape, en el cual son agasajados todos los dioses, alguien ha olvidado invitar a la diosa de la Discordia. Entonces, en el momento más alegre, ésta se presenta con un regalo envenenado, un presente espléndido como una corona con la dedicatoria: a la más bella.

Hera, Atenea, y Venus se sienten aludidas y reclaman el regalo para sí mismas. Y al punto se decide un concurso. Paris Alejandro, arquero troyano, es el elegido para dirimir el título: Hera le ofrece éxito y riqueza en todo lo que emprenda, Palas Atenea la invencibilidad en la guerra y la civilización, Venus lo único que ofrece es la mujer más hermosa del mundo, y triunfa.

Hilemos más fino, puesto que el amor es un laberinto de malentendidos cuya salida no existe, sin olvidar que, además, este es un duelo entre la belleza revelada y la palabra que guarda el gesto memorable y digno. Lo primero es decir que la contemplación de la belleza –por el poder paralizante de lo perfecto revelado- hace que se renuncie a actuar según el derecho y la ley. En ese sentido no hay culpa en Paris Alejandro. Y como este amor tuvo que empezar por la mirada, la mirada no es inocente, es regalo de Venus.

El ojo de Helena, una mirada, originó en Alejandro, en su alma, el deseo y la pasión amorosa del cuerpo. Y ella misma sintió, en su propio cuerpo, lo que ella provocaba.

Las cartas están marcadas, los amantes no deciden, sólo pueden adoptar el modo de su peculiaridad.

Una última aclaración, la belleza del mundo es apreciada con todos los sentidos, pero la vista tiene la ventaja de ser el mundo revelado puesto que el ojo es la abertura no opaca, sino traslúcida, sentido por el que entra el mundo en la opacidad del cuerpo, y se revela, se manifiesta por la luz el fuera del mundo en el dentro del hombre.

El máximo castigo sería ser privado de privado de este Don. Estesícoro es un primer testigo arrepentido.

Pero como dije, Homero es otra cosa.

Él sabe que los dioses son fuertes pero analfabetas.

Además, tiene a sus hermanas, las Musas. Lo que él recuerde y cante tendrá más fuerza, verdad y evidencia que cualquier cosa que suceda allá afuera. Y lo que sucede sólo tiene sentido a partir de ese relato. Para Ser habrás de ser Mito o nada.

A sabiendas de que sólo somos formas gesticulando en el gran silencio, eso que intenta detener en esa inmensidad algo, algo que pueda sobrevivir al instante que se agota y desafiarlo volviéndolo memoria.

Cuaxoxoco, Tepoztlán. 29/09/2025

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