El Mundial de Rugby Femenil, una cita con la historia

Por Aline Gómez Roy

El rugby femenino vive un momento crucial en su desarrollo mundial. Cada cuatro años, el Mundial de Rugby Femenil se convierte en el escenario perfecto para mostrar al mundo la fuerza, disciplina y pasión de las jugadoras que representan a sus países. Si bien durante décadas el rugby estuvo asociado casi exclusivamente a los hombres, el crecimiento del rugby femenil en los últimos veinte años ha sido tan acelerado que hoy no solo cuenta con su propia Copa del Mundo reconocida por World Rugby, sino que también ha ganado espacio en medios de comunicación, patrocinios y, lo más importante, en la afición.

La edición más reciente del Mundial de Rugby Femenil representa no solo la cúspide deportiva, sino también un símbolo de transformación social. Equipos como Nueva Zelanda, Inglaterra, Francia, Canadá y Australia han demostrado que el talento de las mujeres en este deporte es equiparable al de los varones, y que la intensidad de los encuentros atrae cada vez a más espectadores.

Dentro de este panorama, hay selecciones que se perfilan como favoritas indiscutibles al título. La primera es Nueva Zelanda, conocida como las Black Ferns, un equipo que ha marcado la historia del rugby femenil con múltiples títulos mundiales y que sigue mostrando un juego veloz, creativo y difícil de detener. Su capacidad de generar puntos a través de transiciones rápidas y su fortaleza en la defensa las convierten en rivales temibles para cualquiera.

Junto a ellas aparece Inglaterra, que llega a este Mundial como una de las escuadras más sólidas. Las Red Roses han construido un programa altamente profesionalizado, con jugadoras contratadas de tiempo completo y una liga local que alimenta a la selección nacional. Inglaterra ya ha levantado la copa en el pasado y su constancia en las finales recientes la coloca como una de las favoritas a recuperar el trono. Su disciplina táctica, dominio en el scrum y precisión en el juego de patadas las hacen un equipo que rara vez perdona los errores de sus contrincantes.

Otra selección que no puede pasarse por alto es Francia. Las galas han sido protagonistas en los últimos torneos, mostrando un rugby dinámico y espectacular que combina potencia física con gran técnica individual. Aunque aún buscan su primer título mundial, llegan siempre con la etiqueta de contendientes serias y con la motivación de consolidar su lugar entre la élite. Francia se caracteriza por su resiliencia en partidos de alto nivel y por jugadoras que pueden cambiar el rumbo de un encuentro en cuestión de minutos.

Canadá también se encuentra entre las selecciones a seguir. Aunque históricamente no ha tenido tantos reflectores como Nueva Zelanda o Inglaterra, el equipo canadiense ha crecido de manera constante y ya ha demostrado que puede competir al máximo nivel. Su fortaleza física y su disciplina defensiva hacen que ningún rival se confíe ante ellas. Han sido semifinalistas en varias ediciones y buscan dar el salto definitivo hacia la final.

Finalmente, Australia completa el grupo de favoritas. Las Wallaroos llegan con la tradición del rugby oceánico, que les brinda un estilo aguerrido y ofensivo. Aunque han tenido altibajos en el pasado, cuentan con jugadoras jóvenes que aportan frescura y con veteranas que saben manejar la presión de un torneo de esta magnitud. Su objetivo es consolidarse entre las mejores y recuperar terreno frente a sus rivales regionales.

Uno de los aspectos más notables de este Mundial es la profesionalización del rugby femenino. Hasta hace pocos años, muchas de las jugadoras debían compaginar su pasión con trabajos de tiempo completo, lo que limitaba su preparación. Hoy, varias federaciones han empezado a ofrecer contratos profesionales, lo que les permite entrenar y competir en igualdad de condiciones que sus pares masculinos. Inglaterra, por ejemplo, fue pionera en establecer contratos para sus jugadoras, y Nueva Zelanda siguió el mismo camino en vísperas de su Copa del Mundo en casa. Este paso es fundamental para garantizar el desarrollo de nuevas generaciones y elevar el nivel competitivo del torneo.

El Mundial también ha puesto en la mira la importancia de la visibilidad. Las transmisiones en televisión y plataformas digitales han acercado el rugby femenil a miles de espectadores que antes no tenían acceso. Las entradas en algunos partidos se han agotado con semanas de antelación, demostrando que el interés del público existe y crece de manera natural cuando se les ofrece la oportunidad de ver a estas atletas en acción.

Más allá de lo deportivo, el impacto social es profundo. Cada edición del Mundial deja claro que el rugby es más que un deporte de contacto: es un espacio para fomentar valores de respeto, solidaridad y trabajo en equipo. Ver a mujeres con fuerza, habilidad y liderazgo en un escenario internacional es un mensaje poderoso que rompe estereotipos y abre la conversación sobre igualdad en el deporte.

El Mundial de Rugby Femenil no solo es una competencia

La copita de la semana

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Hasta aquí por hoy y ya nos saludaremos la próxima semana.

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