Por Marco Antonio Guerrero Hernández
Jamás en mi vida había tragado tantos insultos, era como beber una botella de metal hirviente, sin embargo le pedí que se quedara
-Mira mis manos están llenas de sangre.
Mató al pervertido de su amante, aquel tipo que le destrozó el corazón. Ella bufaba como perra rabiosa
-¡Pero qué hiciste maldito idiota!
– Te acabo de salvar la vida…. acabo de joder la mía…
No hay peor forma de romper un vínculo, sin embargo era necesario.
Marek hizo lo que cualquier hombre en sus zapatos. Quiso matarla a ella también, pero se detuvo. Pensó en todo y se dio cuenta que no hay mejor venganza que el olvido.
Lizbeth era el sueño de cualquier hombre hecho mujer. Delgada de talle, ojos grandes y oscuros, pasos firmes y labios delgados. Desde que Marek la vio por primera vez supo que perdería la cabeza por ella. La conoció una noche de septiembre en el bar de la montaña. Un lugar de poca clase pero muy frecuentado por exiliados, por locos, por quienes habitan en barracas y buscan al cobijo del exceso un remanso a sus caóticas existencias. La vio por primera vez y suspiro hondo mientras le daba un trago a su bourbon. Justo ahí fue cuando a su lado se sentó un tipo de tez blanca y de cabello castaño.
-Esa mujer no es para ti, pero podría acompañarte a hacer el intento. Una nube de humo a su alrededor acompañaba la figura de este misterioso individuo.
-No la conozco, ni a ti tampoco.
-Eso no es problema, me dicen Zabra y te puedo presentar con ella. Es mi amiga.
-Vamos. Dio un trago profundo a su vaso para terminar su bebida.
Se acercaron a la mesa donde ella estaba fumando, rodeada de otras mujeres. Zabra con una sola mirada hizo que las demás se fueran.
-¡Zabra! Ella sonrió al verlo. Lo saludó con un beso en la mejilla y un abrazo.
-Te quiero presentar a mi nuevo amigo. Él es Marek.
-Mucho gusto nuevo amigo de Zabra y mío también. Ella lo miró a los ojos. Marek estaba descubriendo el infinito.
II
Zabra se tuvo que ir de la cuidad por negocios, Marek y Lizbeth se hicieron amigos, frecuentando el bar de la montaña por un par de años. Lizbeth se lío con un tipo y Marek se distanció de ella durante mucho tiempo. Él se fue a buscar oportunidades de una mejor vida lejos de aquellos suburbios. Hasta que una noche de nostalgia regresó al lugar donde la conoció.
Volvieron a verse pero las cosas eran diferentes. Marek al borde de la quiebra ya que sus estudios en teatro clásico solo le daban dolores de cabeza y muy pocos ingresos. Lizbeth convertida ya en la amante de Mike el propietario del bar de la montaña. Su historia era rara, cruel ya que ella había empezado a trabajar como asistente de la esposa de Mike en el negocio y también en su casa. Terminando enredados en un triángulo amoroso sin fin. De aquella muchacha de aires demoledores ya no quedaba casi nada. Las huellas del maltrato le ponían un color morado a su rostro y habían opacado su mirada. Ella era adicta a Mike y a las golpizas que trataba de esconder con el colorete recargado sobre sus mejillas.
Marek que siempre profesó una pasión volcánica hacia ella prometió sacarla de ese infierno.
III
Poco a poco Marek se fue haciendo de un espacio en el corazón de ella, una noche después de pelear con Mike, decidió por mero desquite irse a pasar la noche con su viejo amigo. Para Mike no significaba nada ya que muchas veces Lizbeth le había pedido más espacio para su relación. Mike contestaba distante, haciéndole notar que nunca dejaría a su esposa por lo que el consideraba una aventura sin importancia. Marek hundido en ese torrente de emoción y frustración le ofreció a ella llevarla lejos, convertirla en su musa, escribir obras para hacerla una estrella del teatro. Ella lo miró a los ojos y con una mirada firme le contesto:
-Marek a ti te quiero mucho. Hemos sido amigos desde hace bastante tiempo me conoces bien. No puedo dejar a Mike porque es un gran hombre, un hombre ejemplar como el que siempre quise tener a mi lado.
-Lizbeth, para él solo eres un objeto.
-No, él me quiere y un día se va a ir conmigo.
-¿Y dónde quedó yo?
-Tú sólo eres como un niño caprichoso y dramático. Él es un hombre y jamás serás como él.
Eso le rompió la razón a Marek, quien a toda prisa salió del bar.
Sin darse cuenta que la esposa de Mike había escuchado todo y le fue a decir al tipo que su Lizbeth su mujer «de lujo» tenía un romance con el chico del teatro.
Eso desencadenó la ira de Mike pero fue paciente.
Una semana después Lizbeth lo fue a buscar al bar ya que al quedarse sin Marek necesitaba el bálsamo que unas cuantas migajas de Mike le podían brindar. La recibió en la oficina del lugar.
Pero el viejo al saber del encuentro que ella había tenido con Marek reaccionó de manera agresiva y empezó a golpearla con una rabia nunca antes vista. Primero un puñetazo en el estómago mientras ella se doblaba de dolor y le pedía perdón. Eso enfureció más al viejo y tomo una botella que le reventó en la cabeza. En ese momento sin que nadie se percatara Marek llegó ahí a defender a Lizbeth que quedó en el piso y aún así rogaba por el amor de Mike. Marek se abalanzó contra el tipo, pudo esquivar un par de golpes para asestar uno en el abdomen y uno más en la cara, pero Mike resistió, respondió el ataque con furia y le reventó otra botella en la cabeza a Marek que no se contuvo y se lanzó con los brazos hacia el cuello del joven. Lo tomó con una fuerza asesina. Por un momento Marek no podía respirar pero sacó fuerzas de flaqueza y en un mero instinto logró asir la botella quebrada y con el puro odio que le quedaba rebanó el cuello de Mike quien al ver la sangre lo soltó para tratar de detener la hemorragia, cayó al piso y la sangre brotaba a borbollones mientras Marek fue a levantar a Lizbeth. Ella, al ver a su amante muriendo se abalanzó contra Marek y le araño la cara.
IV
Jamás en mi vida había tragado tantos insultos, era como beber una botella de metal hirviente, sin embargo le pedí que se quedara
-Mira mis manos están llenas de sangre.
Maté al pervertido de su amante, aquel tipo que le destrozo el corazón. Ella bufaba como perra rabiosa
-¡Pero qué hiciste maldito idiota!
– Te acabo de salvar la vida…. acabo de joder la mía…
V
Antes de que llegara la policía Marek tomó uno de los autos del estacionamiento, le sacó los cables de transmisión para encenderlo directo. Era un Ford Galaxy color gris, lo echó a andar al salir vio a Lizbeth con el maquillaje fundido con lágrimas escurriendo sobre su rostro y la boca manchada de sangre. Esa fue la última vez que la vio. Era evidente que Lizbeth había ido a despedirse de Mike con un beso sobre sus labios muertos…


