Por: Julieta E. Libera Blas.
Quiero correr por tus venas, estar en ti sin estar contigo y seguir latiendo mientras estás dormida.
Alberto Ruy Sánchez
Queridas lectoras, amables lectores.
Amamos al viento y a los valles. Al mar y a los inviernos de cálidos veranos. Perpetuamos las palabras como si fueran ciertas y nos abrazamos de los espejos pues he ahí que nuestras almas se asemejan a los que por ese momento son nuestra adoración. Te deseo en el campo, entre los matorrales. Ataviado de espinas y de sombras, ¡qué importa si en tu celo me despojas de lo que no me pertenece si no le maravilla a otra! Poeta o soñador, galante o trapecista que se enreda entre las piernas de su musa o de la miseria en la que ésta lo abandona. Risa entre llantos y madrugadas inciertas sin un cuerpo jadeante para amar. Tal vez seamos burbujas a punto de estallar y nos sumerjamos entre el oasis del sexo o la estabilidad de un Te quiero – porque decir Te amo es decir ¿eterno?
Cientos de veces soñamos a ser un pájaro encerrado dentro de una jaula de plata y oro, con las alas recortadas para no poder volar. Nos conformamos con mirar al cielo y este de tan radiante quema, injuria, persigue, atormenta.
Decir desear es:
¿Decir amar sin verdad o con honestidad para no herir el corazón de nadie? Mirar el mar con paciencia y vehemencia. Con la paz entre los huesos y la lujuria dentro del corazón. ¡Es que están heridos! – algunos dicen. ¡Es que no sabe qué es amar! – otros lo piensan así. ¡Es que no ha encontrado al hombre o a la mujer indicada! El festín de palabras no cede y sin embargo tan pocos saben la verdad.
No es amar sin sentir ni desear sin querer. No es separar las piernas o posar los labios en la fina hierba del césped que de tan verde se confunde con la luminosidad de los ojos de su rival. Jugar un juego perverso, exteriorizar el deseo. Un amor basta para saber qué es el amor. Dos son meras repeticiones que no conmueven, pero alientan el destino de cada personaje divino que si bien no entra al corazón, sí ronronea las esquinas de la habitación del espíritu.
Decir es desear, dicen, lo suponen:
Es la brevedad absoluta. Es cruzar la mirada y encontrar en ése otro alguien lo que en otro no podemos hallar. Es sentir que esa madeja se suelta y no se detiene, que no es presa, que no es ave que se enjaula porque su dueño le da de beber agua, miel, alpiste para comer y un columpio para mecerse un año o hasta que encuentre la salida, que es la muerte.
Decir desear, es facilitarse las palabras:
Ver en otras manos la confección del amor y del cariño honesto. Yo amo pero a la vez quiero. ¿Ustedes aman pero a la vez poseen? Amar sin posesión y obligación, sin compromiso. Sentir la brisa dentro del cuerpo y refugiarse no en cualquier cuerpo, no en unos labios partidos porque son hielo y el alma cuando no se es honesta se convierte en mentira, cal y hierro.
¿La vida nos enseña a amar o es el amar que nos enseña a vivir?
Es despertar de una siesta a los 23 y ver a tu lado a la persona que amas pero que no puede estar. Es hacer el amor con todo el deseo, sentir el orgasmo correr hacia el infinito de tu mente y abandonar el cuerpo con ése alguien con el que jamás podrás estar. No es tener una colección de amantes. No es besar solamente unos labios ardientes de deseo y de fuego. No es descansar entre las piernas de aquella musa que te consume por dentro porque le debes algo y no sabes qué o por qué y sabes que adorándola tanto: NO podrás estar. No es encontrar el amor de cama en cama y mucho menos adolecerte porque el amor lo encuentras con ése que siente empatía hacia ti pero tú no sabes si caminar, volar o echar raíces.
Ser libre es entender que tiene consecuencias y que muy pocos comprenden que para amar no se necesitan cadenas, papeles que firmar o una alianza que algunas veces pesa y desfigura el amor. Entonces sí que se vuelve eterno, y pesa y duele y torturan las horas, porque sabes que erraste el camino hacia la felicidad. Tan dentro estamos de las huellas, que van impactando la arena del mar y no nos damos cuenta que el mar es infinito que no goza de un inicio y un fin ¿será por eso que es eterno?
Miro expectante el mundo con sus guerras y heridos, mutilados y muertos. Participo en el unísono de la felicidad del que hoy amo o pretendo amar, pero resuelta confirmo que el amor no es eterno y la vida con ese ser que no me complementa puede que pueda llegar a lo eterno.
Encontrar el amor es tal vez descubrirle al mar un inicio y un final. Cantar entre ruiseñores, y águilas que al vuelo se detuvieron y que ya habrá momento para acariciar de nuevo el agua salada del mar.
Amar a mil corazones es quizá la opción más honesta para los que pretendemos quedarnos sin voz porque nos cruzamos a cada instante con almas que están a punto de estallar y sabemos que nuestras palabras no buscan estar atadas, ellas son el frenesí libre, la disputa deshonrosa porque a veces hiere y harta. El amor es libre ¿de verdad es libre o nosotros lo atamos con cadenas de fierro oxidado para lacerarnos los huesos y no poder curarnos las heridas? El amor no es aquello, supongo, que nos duela, que nos una por un mal conteo de días, por temor a quedarnos solos. El amor no es desdicha ni dramatismo. El amor es una profunda herida que nos alienta para perseguir ese sueño que alienta.
El amor: opción múltiple.
Amor a destajo. Con ventajas y desventajas. Para algunos la dicha entera de una aventura extraordinaria hasta el final de los días, para otros, el amor es el sentimiento que emerge en ese momento. Es la limeranza tan poco comprendida hasta para nuestro propio ser. Es hallar en los pasos de otros lo que no tiene el otro y sin embargo, lo que alberga en el ser de ése otro nos colma de felicidad. Tan poco entendible como la despedida prematura de un gran amor que creímos eterno en nuestra adolescencia. Tan miserable y deshonesto para otros.
El amor en sus múltiples presentaciones:
Lo que no ha de ser para ti déjalo libre y extiende tus alas hacia el horizonte que lejano te llama y te enreda entre el mar del infinito y miras que no toda derrota es dolorosa porque siempre habrá alguien deambulando en el vasto cielo que te mire, hable, te enamore y continúe su andar por el mundo.
El amor: esperma y óvulo:
Sostén y abrigo. Palabras que se secan como hojas que se las lleva el viento. Sonrisas y lágrimas. Herencia y destino. Cubrirse con la piel de la persona que te ama o de aquel que te hace prematuramente feliz aunque sepas que no estará contigo y sin embargo, crees en él. Rosas y un paseo en moto, mensajes cargados de erotismo, llamadas con el remitente por aquellos que dan todo por ti. Jadeos y orgasmos que delatan que la sexualidad no está disgustada con la alegría de una caricia y la mirada extraviada de aquel que no pudo amar o que te amó tanto, sí, hasta la exultación del alma. Amor no es una mortaja que te acompaña hasta el final de los tiempos. Amor es el que te permite abrazar al otro, que te hace cerrar los ojos y suspirar por pensar que acaso ese sentimiento puede ser el certero.
Para empezar:
Opción de vida que algunos rechazan, otros no comprenden pero dentro de esto por muy poco entendible que sea no debe herir a nadie. No debe envidiar; debe de ser tolerante, debe de saber escuchar. Hablar y a veces sí, debemos darle paso al silencio para que las aguas dejen de agitarse.
No, no es soledad. No es decir: NO se ama. Es entender que hay personas con cualidades y emociones distintas a nosotros. No es buscar el amor de cama en cama o herir a los demás porque así se pacta. Es saber distinguir y aceptar que la mente tiene distintos mundos y lo que es inaceptable para otros es bienaventuranza y alivio para otros – sin condiciones, con reglas y un poco libre más libres que otros.
El amor es la displasia infinita hacia ese encuentro con nuestras propias almas y estas deben ser libres.
El amor visto desde el cielo, es amar a una persona y cerrar sus ojos.
El amor se manifiesta en cada uno de nosotros de manera distinta. Para los aventureros es aquello que no se conforma con tomar una mano sino el conocer el alma de cada una de ellas –es sentir la dicha tan eterna como efímera-.
¡Gracias por la lectura, sean dichosos!
Verano del 2014 – Primavera 2025.
[Título tomado del libro: Decir es desear de Alberto Ruy Sánchez, septiembre 2011]


