Por Enrique Fortunat D
Se acerca al mostrador del hospital, tiene unos 45 años entrados a 50 y cojea visiblemente de la pierna izquierda.
– Buenas tardes, ¿para tomarme una radiografía?
– Buenas tardes. ¿Es usted derechohabiente?
– Si.
– Credencial vigente e identificación oficial con fotografía.
– Aquí tiene.
– La identificación no procede, es de una universidad, no de una institución reconocida.
– Oiga, claro que es oficial, la universidad no es clandestina.
– Lo lamento, sólo credencial para votar o pasaporte.
– Bonita cosa, no es como que vaya a votar o a salir de viaje. Necesito una radiografía. ¿No puede hacer algo?
– Un momento, lo consulto con el Dr. Germótico Antimonio, nuestro director de atención al derechohabiente.
Da media vuelta y desaparece por una puerta que cierra tras de sí.
Diez minutos más tarde reaparece. Abre la puerta y se detiene en el marco, gira la cabeza y asiente: sí mana, ya le dí lo de la tanda a Fulge y apártame los zapatitos verdes de plataforma, te los pago en la quincena.
Llega a mostrador y dice:
– Por única ocasión el Dr. Germótico Antimonio, nuestro director de atención al derechohabiente, le permite que se identifique con esa credencial. Pero le encargo que no vuelva a ocurrir.
– Sí, gracias, lo tengo en cuenta.
Saca la recepcionista un formato y lo entrega.
– Llénelo, por favor, le saca dos copias y me lo trae.
– ¿Aquí hay copiadora?
– Sí, pero es para uso exclusivo del personal. Saliendo a media cuadra hay una papelería, ahí se las sacan.
– Señorita, tengo lastimada la pierna, ¿cómo quiere que vaya?
– Señor, yo no hago las reglas.
Sale el atónito paciente y regresa bufando del esfuerzo y el coraje.
– Aquí está.
– Un momento, tome asiento y lo llamo.
Voltea y no ve ningún sitio en el cual sentarse.
– Señorita, no hay donde sentarse…
-La sala de espera está bajando las escaleras a mano izquierda. Ahí lo van a llamar.
– Oiga, pero me duele mucho la pierna, ya no quisiera moverme. Mejor espero aquí.
– Lo siento mucho señor, Pero está prohibido permanecer en esta área.
– Oiga señorita, pero cómo se les ocurre…
– Señor, yo no hago las reglas.
Casi relinchando de ira baja la escalera y encuentra acomodo en una silla.
Veinte minutos más tarde oye su nombre.
Levanta la mano y otro empleado le dice:
– Acérquese por favor.
Resopla, se incorpora y llega junto al sujeto.
– ¿En qué lo puedo ayudar?
– Tengo lastimada la pierna y quiero una radiografía.
– Entiendo, ¿Quién es su médico tratante?
– No tengo, pero creo que tengo roto un hueso de la pierna.
– Entiendo, pero no podemos brindar la atención sin un médico tratante responsable .
– ¡No quiero atención, sólo saber si está roto el pinche hueso!
– Entiendo su molestia, pero como es usted derechohabiente es indispensable que haya un médico tratante.
– ¿Y si no fuera derechohabiente?
– Entiendo su duda, si no lo fuera, pues nada más pasa y se la tomamos. El día de hoy tiene un descuento del 80 por ciento de su costo original, por lo que le recomiendo aprovechar esa oferta pensada en nuestros pacientes.
– Pues olvide que soy derechohabiente, quiero una radiografía.
– Entiendo, déjeme ver si me autorizan la invalidación de la derechohabiencia por evento singular. Regreso en un momento.
Da media vuelta y cierra la puerta. Regresa 20 minutos después.
– Caballero, su derechohabiencia ha quedado debidamente invalidada. Para reactivarla le solicitamos llamar al 02 800 557444 en días y horas hábiles, así como tener a la mano su número de derechohabiencia original y el de invalidación derechohabiente por evento singular. Le rogamos lo haga en un plazo no mayor a cinco días. Gracias.¿Tiene alguna duda?
-Gracias. Sí tengo una duda: ¿Ya me puede tomar la maldita radiografía?
-Me daría mucho gusto hacerlo, pero lamentablemente el horario de atención de no derechohabientes concluye a las 6 de la tarde
-¿Y qué hora es? -pregunta a punto de la apoplejía-
– Nuestro reloj señala las 18 horas con dos minutos.
– ¡¡¡Váyanse al infierno, imbécil retrógrado de porquería!!!
– Entiendo su molestia, pero lamentablemente no se nos permite abandonar nuestro puesto de trabajo durante nuestro turno, lo anterior para garantizar la mejor atención médica que todos nuestros derechohabientes merecen.
-¿Sabe qué puede hacer y dónde se puede meter su maldita atención?
-No señor, pero será un gusto saberlo y seguramente nos ayudará su opinión. El buzón de quejas y sugerencias está al fondo del pasillo. Y si me permite hacerle una recomendación: tómese cuanto antes una radiografía de esa pierna porque cojea usted de una manera muy fea…


