Por Enrique Fortunat D.
Sigue la mata dando y todo el mundo con los ojos como platos y conteniendo la respiración para ver ahora qué sigue con la guerra arancelaria.
DE LA CHINADA
Queridas y apreciados, pues con la novedad de que el asunto entre los Estados Unidos y China se puso caliente.
Es conveniente recordar que en febrero se aplicó un par de aranceles que alcanzaron el 20 por ciento a los productos chinos que ingresaran a territorio estadounidense.
Luego, hace unos días, el gran arancelador o sea Mr. Trump, decidió con su equipo de asesores que los productos provenientes del país de la Gran Muralla se merecían un arancel de 34 por ciento adicional. Seguro que sí.
El líder chino, Xi Jinping, entonces anunció que eso de los aranceles no más porque sí, no era una cosa muy amable por parte de los estadounidenses, de manera que les regresó la cortesía y les aplicó su bonito 34 por ciento de arancel.
Pero, ¡Oh, hados del “a mí no me ganas”! Esto desató la furia del erigido como voz inapelable del comercio, Trump, y respondió con ojos llameantes y bolígrafo mortal que un arancel adicional del 50 por ciento es la pena que merece el atrevimiento de la nación china.
Así que ahora China tiene una arancel nada menos que del 104 por ciento para sus productos que pretendan ser vendidos en tierras del Tío Sam. Es el arancel más alto que se aplica a cualquier nación.
Dicen los que dicen que conocen a Trump que no hay manera de que vaya a recular, pero también algunos señalan que es común en su forma de negociación primero imponer medidas excesivas para luego ir bajando hasta donde quería llegar inicialmente.
No es ocioso recordar que por su parte Xi Jinping, también declaró que no le temblará la mano para responder a los actos hostiles de Estados Unidos y de hecho dijo que lo haría en cualquier terreno. Algo así como que a China no la apantallan y al son que le toquen baila, dirían en el barrio.
Y para que vean que es en serio, pues nuevamente tomó como ejemplo la política comercial que le aplica el Tío Sam y le puso su coqueto 50 por ciento de arancel. De manera que los productos estadounidenses quedaron con un impuesto del 84 por ciento.
Como eso de pensar las cosas no parece estar en la agenda, el miércoles, Donald Trump, anunció que, debido a la respuesta de China, los aranceles a los productos de ese país se elevan al 125 por ciento.
Y cual si fuera subasta arancelaria, el gobierno de Pekín se dejó ir con decisión hasta alcanzar el 125 por ciento de arancel para los productos de la tierra del Tío Sam.
Mientras tanto aquí andamos, “no más milando”.
LOS DE A PIE
Parece un buen momento para recordar o hace consciencia de que estos aranceles no los paga el país al que se le aplican, sino las personas o negocios que quieran comprarlos en el país que los importa.
Es decir, China seguirá vendiendo, por poner un ejemplo ficticio, un juguete en 10 dólares. Eso le cuesta a quien quiera comprarlo.
De manera que míster Jimmy Cowboy lo ve en un catálogo y dice, “wonderfull, justo lo que estoy buscando para vender en mi juguetería”. Decide comprar el juguete. Le paga al productor chino sus 10 dólares y listo.
Pero, no tan rápido, Mr Jimmy Cowboy -le informa la autoridad estadounidense-, usted tiene que pagar impuestos para que castiguemos a los chinos. De manera que ahora pague plis otros 12 dólares y 50 centavos.
-¿A los chinos? –pregunta Cowboy asombrado-
-No, no, no, nada de eso querido, usted paga eso a Estados Unidos…
-¿Y cómo castigué a los chinos, si yo pago más, mis clientes pagarán más y el empresario chino ya recibió lo que siempre cobraba? El único que recibe más dinero es el gobierno y los que perdemos somos los ciudadanos… dudo que me compren ahora el juguete por más de 20 dólares.
-Mmmm, lo que pasa es que usted no entiende nada de economía… pero esté tranquilo que We are making America great again. Oh, yeah.
De manera que en todo esto habrá un notorio perjuicio para el público, que una de dos:
- Pagará más caro lo que consuma.
- Dejará de consumir lo que le gusta o le convenía.
Y recuerdo aquel refrán africano que dice que cuando los elefantes pelean, el que sufre es el pasto.
Los grandes potentados están más allá de estas cuestiones, tienen de dónde echar mano para enfrentar cualquier consecuencia. Sus fortunas son inmensas.
Incluso personas que han podido acumular un capital suficiente para vivir sin estrecheces, pueden sortear lo que venga con buenas probabilidades de éxito. Las personas menos favorecidas, no.
EL RESETEO
Algunos sostienen la tesis de que todo esto de la guerra arancelaria es una las aristas de un asunto más complejo que tiene por objeto paralizar la economía y reactivarla de manera que Estados Unidos continúe como la potencia líder en el mundo.
Señalan que se busca, además de encarecer las importaciones, devaluar el dólar lo suficiente para que los productos estadounidenses resulten competitivos en los mercados internacionales.
El encarecimiento de las importaciones es un mecanismo para proteger la industria interna. El proteccionismo del que tanto se quejan cuando les afecta si lo hace otro país.
Pero, pero, este escenario parece seguir el modelo de un mundo en el que dos potencias se disputan el liderazgo. Algo así como lo que ocurrió luego de la Segunda Guerra Mundial entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.
Hoy parece que es distinto el panorama, no son China y EEUU los únicos protagonistas, hay cuando menos otros dos: Rusia y la Unión Europea. Yo no más digo.
Sospechosista que es uno, si hubo de esos magos de la bolsa quienes tuvieron la “suerte” de saber cómo venían las cosas, pudieron vender acciones antes del desplome bursátil, recomprarlas cundo vino la baja generalizada y en un par de días tranquilamente se pudieron llevar utilidades de dos dígitos sin despeinarse siquiera. Pero eso lo imagina mi mente retorcida, seguramente nadie más.
No mas por no dejar, resulta que el presidente Donald Trump decidió, magnánimo cual ninguno, que eso de los aranceles lo suspenderá por 90 días, para que vean que es cuate y un good hombre, pero no a todos. Oh, no, queridous amigous, a China no. Y esto seguirá cual novela por entregas.
LA MISCELÁNEA
El 9 de abril de 1633 inició el interrogatorio a Galileo Galilei por parte de la Inquisición. Como no había pruebas expresas en su contra, se le “motiva” a confesar. Para lo anterior, se le dice que si no confiesa habrá tortura hasta que lo haga, pero si es un bueno chico y decide colaborar, pues con mucho gusto el trato será benevolente. El 30 de abril confesó ante el tribunal todas las mentiras que le solicitaron en aras de la verdad. Lindas y comprensivas personas.
El 12 de abril de 1961 el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en llevar a cabo un vuelo espacial tripulado. La fecha se considera el inicio de la era espacial.
Se anuncia que se logró volver a la vida al extinto lobo gigante (o a un ser que se le parece). Esa especie desapareció de la tierra hace 13 mil años. Con ADN obtenido de un cráneo y un colmillo consiguieron el material genético para insertarlo en el del lobo gris. Una perra fue quien cargó los embriones y dio a luz a los tres cachorros resultantes. Llevan por nombres: Rómulo, Remo y Khaleesi. Así se mantiene la esperanza de regresar a la vida a animales extintos. La discusión acerca de los límites éticos y los peligros de este tipo de investigaciones continúa.
La Orquesta Mondragón con la inconfundible voz de Javier Gurruchaga nos invita a un viaje que promete, démosle oportunidad.
Que los monstruos nos sonrían y alguna sirena nos brinde su amistad. Sería maravilloso.
Paz

