Nenúfar

Por Julieta Libera Blas

¡Pobre princesa! -dice el cazador- Sus ojos negros se han quedado sin brillo, no ha podido encontrar el amor después de la muerte del príncipe. Su cuerpo tiembla y todas las historias se han ido a labrar un camino incierto, impreciso. Sabe que su corazón lo tiene guardado un hada entre la maleza y las rocas, dicen que se ha encriptado y que nadie lo ha de encontrar. Le dolía la ausencia, y le quemaba la vida – no estés triste – le decía el conejo, y se dio cuenta que efectivamente estaba loca, tan demente como el gato que se ríe, cuando intenta escapar.
Julieta Libera.

Queridas lectoras, amables lectores.

Hace varias noches que despierto a las tres de la mañana sobresaltada con una angustia feroz y una ansiedad terrible. Una punzada en el pecho y cientos de lágrimas que derramo sin saber por qué. No, no es una depresión como tal, quizá sea cierto tipo de conexión con alguien. Esto sucede desde hace algunas semanas, despierto y no existe fuerza alguna para reconciliar el sueño otra vez. Toco con mi mano el centro de mi tórax y sé que de ese lugar proviene el dolor, entonces cae el alba, los pájaros cantan, el silencio desaparece, el ruido se hace presente y esa angustia se prolonga hasta el medio día, intento hacer algo diferente durante el día pero no hay “curita” o “bendita” que sane esta ingrata verdad: el desamor tocó a la puerta y el corazón se fragmentó en mil pedazos. 

Si hubiera un método infalible para controlar este dolor y esta desesperación con gusto lo aceptaría sin pensármelo dos veces. Quizá ese tan odiado y amado Nenúfar sí existe como tal y lo podamos comprar en alguna tienda de autoservicio, una farmacia, la librería del centro, en una vinatería, en un vivero, o quizá en el cine y sobretodo, el precio debe de ser accesible. Nada mejor para un corazón tullido, seco, lastimado, idiotizado, maltratado, triste. Mil veces he pensado que desearía morder una manzana para perderme en ese atavismo, después reencontrarme con el dolor y sacar de entre mis libros un gramaje de nenúfar y tomarlo con dos litros de agua o sólo con un sorbo de jugo de naranja. Pero así no son las cosas, hay que enfrentarse a nuestro caos, tomar al toro por los cuernos y ponernos a llorar durante horas si es preciso para que nuestra herida sane y pueda ir cicatrizando. Pero no todo queda en esto – al despertarme hoy por la madrugada y sentir esa punzada recordé esa película con final reflexivo “El efecto mariposa” y pensé en el “qué hubiera pasado sí…” – y entonces decidí escribir nuevamente acerca de este tema que supuestamente iba abandonar.

Su nombre proviene de las frases: «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» (proverbio chino) o «el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo» así como también «El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo». No entraré en detalles científicos porque estoy segura que no podría explicar nada; a veces creo que la ciencia y yo, estamos un poco peleadas.

Se viven noches en que las pesadillas nos persiguen hasta acorralarnos, nos sofocan despojándonos de todo. Cuando esto sucede, la mente vivaz corre hacia el encuentro con aquellas preguntas que nos hicimos en momentos tensos o de plenitud mental, por ejemplo: ¿Y si hubiera una fórmula en que el destino pudiera cambiarse? ¿Han pensado en la posibilidad de poder cambiar sus vidas? En algunas ocasiones lo he pensado pero todo está hecho. ¿La razón? Olvidar. Tal vez ustedes quieran olvidar ciertos acontecimientos crueles, difíciles o lamentables de la vida. Equívocos que nos dieron alegrías pero con resultados un tanto desagradables; bueno, es la vida, tampoco es una confitería.

Ese mismo sentimiento que hoy nos quita el sueño, nos hiere y nos hace llorar por horas sin que nadie esté a nuestro lado para limpiar una lagrima o sentir un abrazo, recordarnos que todo estará bien, aunque todo se esté colapsando. Sería maravilloso cambiar nuestro destino para que éste no doliera tanto y poder continuar con nuestra existencia sin ningún lastre que nos aturda los días. Vivir pensando que el milagro de volver a besar a esa persona tan amada, está por cumplirse. Es ahí donde surge la desesperanza porque pasa el tiempo y el milagro no llega y la cuesta se hace más pesada pero habremos de llegar a la cima.

En algún momento de la vida una persona me dijo seriamente que la cruz que cargó Jesús no era la que pesaba sino su sombra, después de filosofar un buen rato caíamos en esta resolución: “la sombra es tan pesada como la cruz, la diferencia es qué tan tortuoso construyamos el camino. Los clavos podremos elegirlos del tamaño que mejor nos convenga, sabremos sobrevivir del modo apropiado, haciendo del caos un paraíso o un infierno o cómo enfrentemos nuestro propio caos.

Retomando la mitología griega, Tetis la madre de Aquiles al saber que su hijo sería un gran héroe pero que no alcanzaría la etapa madura hizo todo lo posible para poder cambiar su destino, así que lo bañó en la laguna Estigia que conducía al Averno para hacerlo inmortal. Sin embargo al tomarlo por los pies para que el agua lo cubriera dejó vulnerable el tendón de la parte posterior de su tobillo creando un elemento fatal para el héroe; justo ahí lo alcanzó la flecha envenenada que le arrebató la vida. – en cierta etapa de mi vida, una persona muy cercana me comentó seriamente que su tendón de Aquiles es el amor. ¿Cuál es el de ustedes? Yo aún no lo he descubierto, aunque lo imagino.

Tal cual somos nosotros, ávidos presuntuosos de poder soportarlo todo.

Sin embargo ante el abatimiento moral y sentimental la tristeza no se puede ocultar aunque una brillante sonrisa nos ilumine el rostro. Algunas personas manifiestan sus sentimientos de manera distinta, colmándose en una buena lectura, creando, trabajando, buscando distintas actividades entre ellas olvidando… pero insisto, ¿si ese nenúfar existiera? Esa probabilidad de que pudiéramos comer tan sólo un pedazo ¿lo disfrutaríamos? Tal vez sí, pero, ¿qué habría al despertar? Existe otra película “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” Posiblemente sentiríamos ese vacío espantoso en nuestra alma; sería como haber lacerado de verdad al corazón y sobretodo a nuestro querido hipotálamo. ¿Sería agradable recibir una notificación de una clínica en donde se nos avisara que la persona a la que más hemos amado decidió “borrar su memoria” para no saber nada de nosotros? – ¡qué dolor! ¿no creen? – entonces todo se habría cumplido, esa persona jamás regresará, entonces sí que el insomnio nos taladraría hasta los huesos. He de confesar que alguna vez desee hacer eso, necesitaba encontrar una pócima mágica, una clínica especializada para no sentir el terrible dolor de la ausencia del amor. En esos momentos pensaba que todo aquello era como una ola espeluznante que arrasaba con todo, hasta con mi propia dignidad.

Mario Benedetti dijo sabiamente – “El olvido está lleno de memoria” – y no se equivoca, al final del camino, sonreímos porque las heridas sanan y el olvido empieza su labor – el rubor regresa, los sueños empiezan a reconstruirse y la vida nos obsequia un sinfín de odiseas.

¿Entonces hay que olvidarse del olvido, enaltecerlo, disfrutarlo o martirizarnos? Encontrar el nenúfar y atragantarnos de él o esperar a que ese efecto mariposa nos alcance y nos conmine a una vida en donde no conozcamos a nadie. Cruzar una simple avenida, encontrarnos de frente a esa persona que alguna vez amamos, reconocer su aroma, su cabello, quizá el color de los ojos y pasar de largo sintiendo esa gélida nostalgia que sólo lo ya conocido se nos hace añoranza. El olvido siempre está cargado de memoria, un final certero y apetecible es aquel que a pesar de que ambos personajes de “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” borraron de su cerebro esa parte íntima e infinita de centenares de recuerdos; el final es el mismo: el amor queda latente, la figura, el aroma, los destellos cálidos de un amanecer en medio de unos brazos que sostienen tu alma y viven y sufren para ti, que amparan tus sueños y la vida entera. No hubo nada que hiciera que el corazón cambiara de parecer y mucho menos la memoria, siempre hay dejos entrañables e incuestionables que nos motivan a seguir en la senda de lo que mejor sabemos hacer: amar y hacerlo en sus conmovidas presentaciones.

A mi parecer no existe pócima secreta, efecto mariposa y/o experimento que borre la memoria, el amor de una madre por más que sea fuerte y eterno no podrá evitarnos el dolor normal de una separación, y lamentablemente no puede cambiar nuestro destino. Pienso que nosotros somos los únicos que podemos dar ese cambio, aprendiendo y aceptando nuestros errores, sin culpas y torturas, no retrocediendo, continuar porque se supone que así debe de ser. Superar ciertos duelos nos hacen un poco más fuertes y poder más adelante enfrentar ciertas circunstancias de la vida y de la muerte. Una ruptura conlleva a experimentar un dolor enorme, como el de la ausencia, el duelo que la mayoría de las veces nos lleva a laberintos sin salida pero al final de verdad siempre aunque no haya salido el Sol lo podremos inventar (o reinventar). 

NÉNUFAR

¿Qué es un nenúfar? Son plantas acuáticas con flores que crecen en los lagos, lagunas, charcas, pantanos o arroyos de corrientes lentas. Normalmente se encuentran enraizadas en el fondo.

SIMBOLISMO de los nenúfares.

Tienen la capacidad de florecer en aguas fangosas y pantanosas, esto simboliza tener la capacidad de renovarse y crecer en condiciones adversas. Estas flores representan la resiliencia y la capacidad de superar desafíos.

¡Gracias por la lectura, sean dichosos!

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