Por Aline Gómez  Roy

HABLEMOS DE MUJERES, DEPORTE Y EL TRIATLÓN

El triatlón es una de las disciplinas deportivas más desafiantes y completas del mundo. Se trata de una competición multidisciplinaria que combina natación, ciclismo y carrera a pie en una sola prueba, con transiciones entre cada etapa que también son parte fundamental de la competencia. Este deporte, que exige resistencia, estrategia y determinación, ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años, y la participación femenina ha aumentado de manera significativa.

¿QUÉ ES EL TRIATLÓN?

El triatlón es una prueba combinada que se desarrolla en tres segmentos consecutivos:

1. Natación: La competición comienza con una prueba de natación en aguas abiertas, como lagos, ríos o el mar. La distancia varía según la categoría, desde los 750 metros en un triatlón sprint hasta los 3.8 kilómetros en la icónica distancia Ironman.

2. Ciclismo: Después de salir del agua, los atletas pasan a la etapa de ciclismo. En esta fase, deben recorrer distancias que van desde los 20 kilómetros en las competiciones cortas hasta los 180 kilómetros en los Ironman.

3. Carrera a pie: Finalmente, los triatletas enfrentan la etapa de carrera a pie, que puede variar entre 5 kilómetros en distancias cortas y los 42.2 kilómetros de un maratón en un Ironman.

El tiempo total de un triatlón incluye tanto el desempeño en cada disciplina como el tiempo empleado en las transiciones, donde los atletas cambian de equipo y se preparan para la siguiente fase.

Mujeres en el triatlón: Historia y crecimiento

Aunque el triatlón moderno tuvo su primera gran competición en 1974 en San Diego, la participación femenina en este deporte ha sido un proceso progresivo. Durante mucho tiempo, el acceso de las mujeres a eventos deportivos de resistencia estuvo limitado por prejuicios y normas sociales que cuestionaban su capacidad para soportar pruebas tan exigentes.

Sin embargo, con el auge del movimiento feminista en el deporte y la creciente visibilidad de atletas femeninas, las mujeres han logrado consolidar su presencia en el triatlón. En 1982, la estadounidense Julie Moss protagonizó un momento icónico en el Ironman de Hawái cuando, al llegar exhausta a la meta, colapsó varias veces pero logró terminar la carrera. Su imagen, arrastrándose para cruzar la línea de llegada, simbolizó la determinación y resistencia de las mujeres en este deporte.

En 2000, el triatlón debutó como deporte olímpico en los Juegos de Sídney, y desde entonces ha contado con una participación equitativa de hombres y mujeres. En estos años, la representación femenina ha crecido tanto a nivel amateur como profesional.

El presente del triatlón femenino

Actualmente, la participación de mujeres en triatlón sigue en ascenso. En muchas competiciones de nivel mundial, las inscripciones femeninas representan entre el 35% y el 40% del total de competidores, y en algunos eventos incluso alcanzan la paridad de género.

A nivel profesional, triatletas como Daniela Ryf (Suiza), Lucy Charles-Barclay (Reino Unido) y Flora Duffy (Bermudas) han dominado la escena mundial en diferentes formatos de triatlón. Duffy, por ejemplo, se convirtió en la primera mujer en ganar el oro olímpico en triatlón para Bermudas en Tokio 2020, consolidando su estatus como una de las mejores del mundo.

En los circuitos Ironman y en la serie mundial de triatlón, la organización ha trabajado para reducir la brecha de género, asegurando igual cantidad de plazas para mujeres y hombres en las competencias de clasificación y ofreciendo premios en efectivo equivalentes.

Desafíos y oportunidades

A pesar del progreso, todavía existen desafíos que afectan la participación femenina en el triatlón. Algunas de las principales barreras incluyen:

Costos y acceso: El triatlón requiere equipo especializado (bicicletas, trajes de neopreno, zapatillas, inscripciones) que puede ser costoso. Esto puede dificultar el acceso de muchas mujeres, especialmente en países en desarrollo.

Tiempo y conciliación: Las largas horas de entrenamiento necesarias pueden ser difíciles de compaginar con responsabilidades familiares o laborales, algo que aún impacta de manera desproporcionada a las mujeres.

Visibilidad y representación: Aunque ha mejorado, la cobertura mediática del triatlón femenino sigue siendo menor en comparación con la de los hombres. Esto afecta la proyección de modelos a seguir y la atracción de patrocinadores.

Sin embargo, también hay oportunidades. Iniciativas como los programas de desarrollo del World Triathlon (la federación internacional de triatlón) han impulsado la participación femenina a través de becas, entrenamientos específicos y mayor representación en la dirigencia del deporte. Además, cada vez más marcas deportivas están apostando por patrocinar a triatletas femeninas, lo que contribuye a su profesionalización y visibilidad.

Conclusión

El triatlón ha evolucionado de ser un deporte dominado por hombres a convertirse en una disciplina donde las mujeres han demostrado su capacidad, resistencia y talento. Si bien todavía existen desafíos, el crecimiento del triatlón femenino es innegable, y con el impulso de organizaciones, patrocinadores y la comunidad deportiva, las mujeres seguirán ganando espacio en esta exigente pero apasionante disciplina.

Cada vez más mujeres se suman a este reto, demostrando que la determinación y la pasión por el deporte no tienen género. El futuro del triatlón femenino es prometedor, y con el tiempo, seguramente veremos aún más equidad en todos los niveles de competencia.

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Hasta aquí por hoy y ya nos saludaremos la próxima semana.