Mujeres, deporte y una copa de vino… 

Por Aline Gómez Roy

Hablemos de mujeres, deporte y el rugby

El rugby, tradicionalmente asociado a valores como la fuerza, el trabajo en equipo y la estrategia, está viviendo una revolución en su versión femenil. Este deporte, que combina intensidad física y una alta dosis de táctica, se ha convertido en una plataforma donde las mujeres no solo desafían estereotipos, sino que también encuentran una poderosa herramienta de empoderamiento y expresión.

El rugby femenil tiene una historia menos conocida, pero no menos significativa, dentro del deporte. Desde sus primeros partidos hasta su consolidación como una disciplina internacionalmente reconocida, las mujeres han luchado por abrirse camino en un deporte históricamente dominado por los hombres.

Aunque el rugby surgió en el siglo XIX, los primeros registros de mujeres practicándolo datan de principios del siglo XX. En 1917, durante la Primera Guerra Mundial, se organizó uno de los primeros partidos documentados en Cardiff, Gales, entre equipos de trabajadoras de fábricas. Sin embargo, estos eventos eran más una excepción que una norma, y muchas mujeres enfrentaron resistencia cultural y social al intentar practicar el deporte.

En la década de 1920, el rugby femenil empezó a ganar algo de tracción en países como Francia, donde se organizaban partidos no oficiales. Sin embargo, la falta de apoyo institucional y los prejuicios de la época limitaron su crecimiento.

El verdadero desarrollo del rugby femenil comenzó en las décadas de 1960 y 1970. Fue en este período cuando surgieron los primeros clubes femeniles en países como Inglaterra, Nueva Zelanda y Estados Unidos. En 1983, se fundó la **Asociación

En las últimas décadas, el rugby femenil ha ganado terreno a nivel global. Desde su inclusión en los Juegos Olímpicos en 2016 con el rugby 7, hasta el aumento exponencial de equipos y ligas locales, el impacto de las mujeres en este deporte es innegable. En países como Inglaterra, Nueva Zelanda y Francia, las ligas femeniles han captado la atención de millones, mientras que en regiones como América Latina, el crecimiento, aunque más reciente, está lleno de pasión y promesas.

Pero ¿qué hace especial al rugby femenil? Más allá de la emoción inherente al deporte, destaca el espíritu de comunidad que fomenta. Las jugadoras, entrenadoras y aficionadas han creado espacios de inclusión y apoyo mutuo donde todas son bienvenidas. En este entorno, las mujeres encuentran algo más que un deporte: encuentran un hogar, una voz y una identidad.

Rugby femenil en México

El rugby femenil en México está atravesando un emocionante momento de expansión. Aunque históricamente este deporte no ha gozado de la misma popularidad que disciplinas como el fútbol o el béisbol, las mujeres que lo practican están cambiando esa narrativa a base de pasión, esfuerzo y resultados.

El rugby llegó a México en el siglo XX, pero fue hasta hace un par de dos décadas que las mujeres comenzaron a formar parte de esta disciplina de manera significativa. Equipos como Pumas UNAM, Wallabies de Guadalajara y Guerreras de Monterrey han liderado el camino en la creación de espacios para que las mujeres puedan competir y desarrollarse en este deporte.

La Federación Mexicana de Rugby (FMRU) ha jugado un papel crucial al impulsar torneos locales y fomentar la inclusión de mujeres en el rugby. Además, la selección nacional femenil, conocida como «Las Serpientes», ha participado en competencias internacionales, dejando claro que México tiene talento y potencial para destacar en este ámbito

El rugby femenil en México está lejos de alcanzar su techo. Con el aumento de ligas regionales, torneos escolares y la inclusión del rugby 7 en competencias como los Juegos Centroamericanos y del Caribe, las oportunidades de crecimiento son numerosas. Además, el apoyo de organismos internacionales y locales es clave para seguir desarrollando esta disciplina.

En el rugby femenil mexicano hay fuerza, estrategia y unión. El país tiene el potencial para consolidarse como un referente en la región, siempre y cuando sigamos apoyando a estas jugadoras que están dispuestas a darlo todo en la cancha. El balón está en nuestras manos: ¿apoyaremos el crecimiento de este deporte?

 La copita de la semana

Rosé de Hacienda La Lomita

  • Región; Valle de Guadalupe, Baja California.
  • Uva: Está elaborado principalmente con uva Grenache.
  • Vista: Color rosa pálido, con tonos salmón, característico de los rosados de estilo provenzal.
  • Nariz: Aromas frescos y elegantes de frutas rojas como fresas y frambuesas, con sutiles notas de durazno, flores blancas y un toque mineral.
  • Boca: Ligero, fresco y bien equilibrado, con una acidez viva que lo hace ideal para climas cálidos. Presenta un final limpio y refrescante.
  • Maridaje: Es un vino muy versátil que combina perfectamente con:
  • Mariscos frescos como camarones o ceviches. Sushi o platillos asiáticos ligeros. Ensaladas con frutas o quesos suaves. Pastas con salsas ligeras o pescados al grill.

Hasta aquí por hoy y ya nos saludaremos la próxima semana.

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