Un sutil aroma a otoño: del Nuevo León al Juárez II

Por: Julieta Elvira Libera Blas.

Muere el día septiembre
Entre la asfixia y los gritos
…de aquella parte de la ciudad que por derecho de nacimiento y crecimiento,
odio y amor, puedo llamarla mía
( a sabiendas que nada es de nadie)
no queda piedra sobre piedra.
José Emilio Pacheco.

Queridas y amables lectores:

A la mañana siguiente del terremoto, no asistimos a la escuela, no recuerdo hasta qué día regresamos. Tengo muy claro que para aquel entonces mi madre se encontraba enferma y yo tenía mucho miedo de perderla, de quedarme huérfana. Aquella noche supongo que mirábamos la televisión. Mi primo Roberto, quien vivía con nosotros en ese tiempo, ya era un adulto, estaba en casa, si mal no recuerdo el edificio en donde trabajaba se había dañado. Entonces la Tierra comenzó a temblar de nuevo, no sé con qué fuerza lo hizo, pero el miedo nos provocó salir de la casa rápidamente; eran las 7:38 de la noche; la noche ya había caído, las lámparas de la calle ya alumbraban, ya se movían otra vez sin control. Mi primo me tomó de la mano, bajamos las escaleras a prisa pero con sumo cuidado mientras observaba a mis hermanos que ya estaban abriendo la puerta de la sala para salir al patio; mi papá estaba trabajando en el hospital y mi mamá, cuando menos lo notó mi primo ya estaba con nosotros en el patio y eso le preocupó más porque sabía que no se encontraba bien de salud. Cuando la vi parada junto a mis hermanos corrí a su lado, la abracé mientras miraba cómo se movía el árbol que aún se encuentra afuera de la casa. Otra vez la gatita que teníamos estaba debajo de la camioneta blanca de mi papá; asustada, maullaba sin parar. Los canarios que teníamos no dejaban de hacer ruido, era como si corrieran.

¡Pobre gente! – mamá expresó con cierta angustia. Los papás de mi primo Roberto en aquel entonces no tenían teléfono en su casa, no había manera de comunicarse. No sé en qué momento dejó de temblar pero mi primo nos pidió esperar afuera mientras él revisaba el primer piso de la casa. Me aferré a acompañarlo, por curiosa. Me cargó un momento, después me tomó de la mano; inspeccionó bien la habitación que compartía con mi hermana en aquel entonces, estaba todo bien. Mamá encendió la televisión, de nuevo todo era un caos, llanto, histeria.

Hace unos días miraba una entrevista que le hicieron al periodista mexicano Jorge Garralda en donde expresó lo siguiente: “Y una noche, una de las impresiones religiosas más impactantes que te puedas imaginar, volvió a temblar. Y todos nos hincamos; se escuchó un Padre Nuestro en un tono sordo y una cadencia espectral. Y en esos momentos se escuchaba gente que gritaba pidiendo auxilio.” Definitivamente uno no es capaz de no sentir un hueco en el estómago cada vez que recuerda lo sucedido en aquel año en donde se perdieron tantas vidas.

Hospital Juárez

El Hospital Juárez de México fue Inaugurado el día 23 de agosto de 1847 en el edificio del Colegio de los Agustinos de San Pablo que en ese entonces funcionaba como cuartel. Debido a la guerra con Estado Unidos de Norteamérica el General Manuel María Lombardini puso a disposición este edificio al licenciado don José Urbano Fonseca que era el regidor de hospitales del Ayuntamiento Metropolitano de la capital de México. En ese tiempo se le conocía con el nombre de Hospital de San Pablo. Se considera esta fecha como su inauguración pues durante las batallas de Padierna y la de Churubusco ingresaron los primeros heridos. Las Hermanas de la Caridad tomaron la dirección del establecimiento, ellas fueron las encargadas de atender a los enfermos. Los primeros médicos fueron el cura del templo de San Pablo el Viejo, un médico de la misma iglesia, y un practicante. Se le designó como Hospital Municipal que inició con 60 camas. Para el siglo XIX se le utilizó como hospital de enseñanza. Durante la Guerra de Reforma se le utilizó nuevamente para atender a heridos y también durante la Intervención francesa en 1863, no sólo atendieron a combatientes mexicanos sino también a franceses.

El día 18 de julio de 1872 el regidor de la Ciudad de México propuso cambiar el nombre del hospital San Pablo por el de Hospital Juárez. Las Hermanas de la Caridad volvieron a Europa en 1874 dejando sin su valioso apoyo al hospital. Para 1881 se llevó acabo una remodelación en donde se ampliaron los servicios y la creación de varias salas. Durante de la Decena Trágica recibió heridos y cientos de cadáveres. En 1947 en sus primeros cien años de vida, el Hospital Juárez lo celebró con otra remodelación y la construcción de nuevos edificios. En 1970 al celebrarse el centenario del Claustro se remodeló nuevamente para que se asemejara a su aspecto original. Se integraron las instalaciones para: Consulta externa. Servicios Generales. Torre de Hospitalización. Unidad de enseñanza. Cuerpo de gobierno. Servicio de cirugía experimental e Investigación clínica y, la Residencia de Médicos.

El Hospital Juárez, 1985

La mañana del 19 de septiembre el día se antojaba como cualquier otro pero a las 07:19 de la mañana el Hospital Juárez sucumbió a la tremenda sacudida de 8.1 grados.

Se encontraba ubicado en las calles de Jesús María, Fray Servando Teresa de Mier, Colegio Médico Militar e Izazaga. Casi mil personas perecieron en el lugar; entre personal médico, pacientes, familiares de pacientes, enfermeras, personal administrativo, visitantes, residentes. En breves segundos la vida se colapsó al unísono de la flamante Torre de Hospitalización que estaba dividida en dos salas integrada por quirófanos, 536 camas, aulas, áreas de cuidados intensivos, maternidad. Era un hospital moderno; la parte antigua fue utilizada para la parte administrativa.

Durante el terremoto la gente ansiosa deseó salir a toda prisa del lugar, la histeria se acrecentó cuando el edifico se quedó sin luz, después la Torre se desplomó dejando pocas posibilidades de vida. El pánico se apoderó de los sobrevivientes, de la gente que se encontraba en los edificios antiguos del lugar y que fueron testigos de la caída de la parte moderna del hospital. La maquinaría, la ayuda, los equipos de emergencia no pudieron acceder al lugar, así que el personal del Hospital Juárez ahí presentes fueron los primeros en auxiliar a la gente que clamaba ayuda, éstos fueron llevados al área de consulta externa pero poco podían hacer por la falta de energía eléctrica. Se tuvo que recurrir a maquinaria para hacer labores de rescate para agilizar la entrada. Los rescates se hicieron desde arriba hacia abajo, quitando loza por loza. Se rescataron a personas vivas pero también se recuperaron varios cuerpos.

Los médicos resientes, enfermeras, camilleros, fueron las principales victimas del personal del hospital. Al paso de las horas la lista de victimas creció tanto que pensaron que no tendría fin. El médico residente Juan Dávila Meneses fue encontrado con vida. Sin embargo fue imposible su rescate ya que su cuerpo estaba atrapado de la cintura hacia abajo dentro de los escombros. Al saber que no podrían ayudarlo manifestó a su padre en un mensaje póstumo y breve, el agradecimiento que sentía por haber cumplido hasta el final con su deber.

Al no haber más rescates con vida, se tomó la decisión de introducir maquinaria para poder despejar el lugar de los escombros. Tal vez las escenas fueron dantescas al darse cuenta cómo aún se podían observar cadáveres entre los restos, algunos fueron recuperados pero no todos tuvieron esa suerte pues muchos otros simplemente desaparecieron con los escombros, dándolos por desaparecidos. Algunos sacerdotes subieron a las palas mecánicas para bendecir con agua bendita aquella montaña de escombros, llenas de dolor y pedir por el eterno descanso de las personas que no pudieron salir con vida.

¿Quiénes ayudaron? En esos días aciagos los voluntarios que ayudaron fueron desde gente común, hasta rescatistas internacionales y nacionales como “Los Topos”. Personas que ayudaron en dar y recibir la ayuda que llegó de distintos lugares del país. Los que repartieron comida y albergaron en sus casas, patios etcétera, a personas que necesitaban ayuda.

El día 19 de septiembre de 1989 fue inaugurada una nueva sede del Hospital Juárez de México que se ubica en la Avenida Instituto Politécnico Nacional al norte de la ciudad. Cabe mencionar que durante el terremoto del día 19 de septiembre de 2017 fue dañado el edificio de Investigación y Enseñanza, que fue demolido; esto no detuvo sus actividades hospitalarias.

El antiguo Hospital Juárez tras una larga batalla combatida por su propio personal tuvo a bien de seguir con su labor, ya que en distintas ocasiones por parte de las autoridades quisieron clausurarlo sin éxito. En el año 2010 fue inaugurada la Unidad Médico Quirúrgica de Corta Estancia Juárez Centro, la cual es altamente reconocida por sus cirugías de mínima invasión.

Hoy, el Hospital Juárez goza de un moderno conjunto hospitalario en donde un estacionamiento se encuentra en el mismo lugar que ocupaba la Torre de Hospitalización que se desplomó aquel día fatídico. Existe un monumento a la memoria de las víctimas que perdieron la vida; en una placa de metal se pueden leer los nombres del personal médico, enfermería, mantenimiento, administrativo e intendencia.

Los pequeños y grandes milagros del ´85

Algunos perdieron la vida, otros más renacieron. Dicen que el mundo no se detiene porque suceda una desgracia, otras vidas sólo esperan a ver la luz porque están dentro de una oscuridad inaudita. Solos, heridos, lastimados, sin su madre que les abrazara, sin saber ni siquiera qué había sucedido pero tan vivos como hasta el día de hoy. Entre pocos sobrevivientes y cuerpos sin vida, ésas pequeñas almas recién llegadas al mundo vieron la luz muchas horas después de su nacimiento, ya que se encontraban dentro de los escombros del Hospital Juárez. Su llanto gozosamente los delató, venían de lo que había sido la Sala de Maternidad. Entre el llanto de la pérdida y el dolor, su llanto de vida fue la esperanza para muchos de los ahí presentes. No fue sólo un pequeño sino varios que pudieron ser rescatados con mínimos daños en sus cuerpecitos pero con una obvia deshidratación. Cuando los tomaron en sus brazos pasaron por varias personas que llenas de emoción los encaminaron hasta que recibieran asistencia médica. Los vítores y aplausos los seguían como marea a los pequeños, no todo era dolor. Durante seis días “los bebés milagro” como fueron llamados, sobrevivieron sepultados, sin agua y sin comida. Sin el aliento, ni el cobijo de sus madres que en su mayoría perdieron la vida. Ellos fueron la esperanza para renacer y reconstruir a una ciudad que fue fragmentada y regada por el dolor de la pérdida.

¡Es increíble, es un milagro! – dijo una enfermera llena de emoción.

“…lo sorprendente fue que al quinto día dijeron: ¡Encontraron a unos niños en un túnel! La noticia se fue haciendo más fuerte hasta que dijeron: ¡Necesitamos a un pediatra! Me metí a oscuras al túnel, con la compañía de los topos, entre ellos me arrastré. Me dijeron que me necesitaban y así lo hice. Recién nacidos, llamados milagrosos. El bebé se movía; cada topo pasó al bebé hasta llegar a los compañeros para asistirlo. En otra cuna, otro bebé, cinco cunas, los cinco estaban vivos. Salí con el último en brazos. Lo volvería a hacer, no hay duda. ” – Jesús De Rubens, médico pediatra.

Días terribles se vivieron hace casi cuarenta años un jueves por la mañana en donde la vida sería similar a los días anteriores. Todo cambió después de las 7:19, el mundo se detuvo para algunos, para otros fue como perder su alma.

Estas pequeñas entregas acerca de edificios emblemáticos que se perdieron en aquel terremoto son nada a comparación de la pérdida de vidas humanas. La pesadilla que vivieron aquellos que padecieron en carne propia tal hecatombe nos invita a reflexionar sobre el tiempo que ha pasado.

¿Cambiamos como sociedad? ¿Cómo personas? ¿cómo hijos, hermanos, amigos, seres humanos? Los que pasamos por aquel suceso muy lejanos a esa realidad que todos los días y a todas horas nos presentaban los medios, lo vivimos de una manera totalmente distinta a las personas que lo perdieron todo, absolutamente todo. La visión es distinta cuando eres un niño, el miedo y las pesadillas te siguen por días y a veces por años. Las imágenes no mienten al ver los rostros de dolor y angustia, de desesperación de sobrevivientes y rescatistas. Y qué decir cuando se repite la historia años después pero la diferencia es que ya eres un adulto capaz de enfrentarte al mundanal, despojarte del miedo, ayudar. El miedo estuvo ahí cuando vi los libros de mi casa caerse como si un espectro los lanzara con furia. El miedo estuvo ahí cuando mi hermana me miró con sus ojos llenos de espanto diciéndome: Estuvo muy fuerte esto, estoy segura que pasó algo. Minutos después encendimos la televisión y miramos con dolor, asombro y angustia todo lo que había vuelto a pasar.

Hablar del terremoto del ´85 es revivir una pesadilla, no encontrar las palabras adecuadas, y no es que no se tenga resiliencia sino que hay heridas que siguen un poco o un tanto abiertas. Estas cuatro columnas dedicadas a esta gran tragedia que se vivió hace casi cuarenta años, son pocas para escribir todo lo que se perdió, de aquellos lugares que hicimos nuestros, que se gozaron, que pasaron inadvertidos porque pensamos que siempre estarían en ese lugar. Mi madre jamás pensó que se vendría abajo Salinas y Rocha y cada vez que mira una película de Dolores del Río en donde camina justo a lado de ese edificio recuerda las tantas veces que ella caminó por ese lugar en donde hoy luce la tranquilidad de un parque memorial, en lo que un día fue bullicio y alegría.

La vida es un suspiro, una gran aventura, la más hermosa bendición.

A todos los que perecieron aquel año, a sus dolientes, a los que vivieron en carne propia aquel drama espantoso, a los voluntarios y rescatistas, médicos, a todos lo que estuvieron aquel día, que la vida y Dios los bendiga.

Gracias a todas las personas que me ayudaron narrándome sus experiencias de aquel septiembre y permitirme compartirlas con ustedes queridos lectores. Gracias por sus comentarios y por la memoria que es una fuente inagotable.

¡Gracias por la lectura, sean dichosos!

FUENTES CONSULTADAS

bb.c.com

  • Cómo se escuchó en la radio el terremoto de México de 1985.
  • Terremoto de 1985: el devastador sismo que cambió para siempre el rostro de la Ciudad de México.

mexicocity.cdmx.gob.mx

  • Plaza de la Solidaridad (Del ajedresista)

mexicodesconocido.com.mx

  • Hotel Regis, el emblemático edificio en que se hospedaban las celebridades y fue derrumbado por el terremto en 1985.

elfinanciero.com.mx

  • Hotel Regis, el símbolo de una época que quedó entre los escombros.

atiempo.tv

  • Plácido Domingo y el terremoto de 1985: “Una tragedia que nunca podré olvidar”

Wikipedia.

  • Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco.
  • Edificio Nuevo León.
  • Hospital Juárez.
  • Anexo: Edificios derrumbados por el terremoto de México de 1985

contrareplica.mx

  • “La torre ya no estaba en el Horizonte”, enfermera del Hospital Juárez.

skycrapercity.com

  • Historia: Terremoto de 1985.
  • Archivos del Hotel Regis.
  • Tienda el Sardinero.

Canal YouTube: Historias de terremotos.

  • Plácido Domigo en Tlaltelolco.
  • El derrumbe del edificio Nuevo León.
  • Dolor en el edificio Nuevo León. Versión Narrada.
  • El Relato del Café Súper Leche.

Canal YouTube: La verdad del terremoto.

  • Terremoto en México 1985: Empleados de Televisa.
  • Sismo 20 de septiembre de 1985 en la radio y televisión/coberturas del terremoto.
  • Derrumbe de la antena de Televisa Chapultepec.
  • 39 años: Sismos de 1985.
  • Entrevista a Víctor Manuel Fernández, 19 septiembre 2005.
  • Entrevista a Gerardo Valtierra, 19 septimbre 2005.
  • Día a día. Programa 20 septiembre 1985.
  • De una a tres: Jacobo Zabludovsky recuerda el sismo de 1985.
  • Radio Red. Terremoto 19 de semptiembre1985

Canal YouTube: Privado 80s

  • Terremoto de México 1985. Narración de Jacobo Zabludovsky.

Canal YouTube: El Universal.

  • Imágenes inéditas del terremoto.

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