Por: Julieta E. Libera Blas
Tengo la tristeza de decir que estoy en presencia de uno de lo más grandes desastres que he visto en la historia de la Ciudad de México desde que nací en ella…
Jacobo Zabludovsky.
Periodista mexicano.
Amables y queridas lectoras:
Aquella mañana mi madre nos llevó a la escuela como todos los días, cruzábamos Insurgentes Norte rumbo a Lindavista, íbamos al Colegio Tepeyac. Recuerdo haber visto la tienda El Sardinero mientras mi madre iba manejando, ¿recuerdan la cancioncita? “El Sardinero ahora mejor que siempre” pero de pronto sentimos un jalón espantoso, mi madre creyó que se había ponchado un neumático así que pensó orillarse para no obstaculizar la carrera de los demás autos. Sin embargo aquel movimiento continuaba cada vez más fuerte, cuando miró por el retrovisor se dio cuenta que varios autos prácticamente se habían estacionado. Los rostros de los conductores y sus acompañantes era entre el horror y la sorpresa; algunos se bajaron del auto, otros se mantuvieron dentro de ellos. Una vez terminado el terremoto regresamos a casa y me percate con sorpresa y miedo que El Sardinero ya no se encontraba en su lugar, había desaparecido y en su lugar sólo se podía ver una montaña de polvo.
La tienda El Sardinero se encontraba en Insurgentes Norte y Poniente 112 en la esquina del Metro Potrero, dicen que pasó mucho tiempo para que levantaran los escombros. Esta cadena de supermercados se inauguraron en 1930 y después fue adquirida por Grupo Gigante. Actualmente esta tienda sólo cuenta con servicio en línea y con un centro de distribución.
A las 7:19 de la mañana de aquel mes de septiembre a varias personas les cambió la vida, para otras fue su último día de vida. Algunos murieron dormidos, otros solamente desaparecieron de la faz de la Tierra. Dicen que fue una pesadilla, si bien yo tenía menos de ocho años me acuerdo de la exaltación que se podía ver en las personas. El miedo y el sufrimiento se respiraba en el ambiente; para aquel entonces vivíamos cerca de Marina Nacional en la Ciudad de México antes Departamento del Distrito Federal (D.F)
La narración de Zabludovsky
Una vez que la amiga de mi mamá, la señora Rosita nos dejó en la casa entramos rápido. No recuerdo la hora pero mi mamá tenía la televisión encendida y la radio. Lo primero que me comentó fue que Televicentro se había venido abajo, la antena se había llevado el edificio que tantas historias guardaba celosamente. Ahí mi madre fue a ver a Cachirulo, a Viruta y Capulina, se entretuvo fascinada con las personas que iban a concursar para ser los futuros cantantes del país. Todo desapareció.
Dato curioso:
En la película Del rancho a la ciudad (Películas Rodríguez 1952) protagonizada por María Victoria, Chela Campos y Luis Aguilar se aprecia que en el piso de Televicentro se encontraban las firmas de cantantes, actores y actrices de la época.
Recuerdo la voz de Zabludowsky comunicar minuto a minuto durante cinco horas lo que sucedía en la ciudad, la mayoría lo escuchaba impactado y en silencio. Otros se acercaban a él para informar qué lugares estaban afectados, cuáles habían desaparecido, qué calles estaban cerradas por los derrumbes. Si había gente atrapada o fallecida.
Al inicio de la narración Zabludovsky nos decía que no había nada que pudiera afectar la vida normal de las personas. Sin embargo conforme iba avanzando por Reforma vio con sus propios ojos el horror del desastre. Titubeó más de una vez al comunicar con angustia y nerviosismo el estado en que se encontraba el Centro de la Ciudad.
El impacto de su voz aún tiene efecto en las personas a casi cuarenta años del terremoto cuando impresionado nos compartió: “¡Estoy enfrente del Hotel Continental frente a la estatua de Cuauhtémoc, varios pisos se derrumbaron!¡Se acabó totalmente un edificio que está sobre la Plazuela de Ferrocarriles que es a la vuelta del Cine Roble! Temo que los efectos del temblor hayan sido muy superiores a lo que un principio pudimos calcular con cierto optimismo. Los edificios de la Lotería Nacional frente a lo que estaba la Torre del Caballito, se encuentran bien. Frente a la Fragua se cayó un edificio… ¡Efectivamente se cayó! …no se puede pasar. El Hotel De Carlo en Plaza de la República. Dice el señor policía que no puedo pasar pero pues hay que informar, lo siento mucho, perdone señor policía. – la voz de Zabludovsky tiembla y se estremece, su recorrido mantuvo a las personas en aquel entonces expectante, incrédula. Al escucharlo nuevamente después de casi cuarenta años las imágenes que trasmite el video nos hace pensar cuán vulnerables somos.
Avanzó en su automóvil por casi media ciudad y gracias a que éste contaba con un teléfono transmisor pudimos escuchar en vivo lo que estaba ocurriendo en ese momento. En aquellos años ochenta eso era una novedad, algo para no creerse. Algunos otros vieron lo ocurrido mediante la televisión y en distintas estaciones de radio. Recordemos que Jacobo Zabludovsky se enlazó a la XEW cuando otro grande de la radio, el también finado Héctor Martínez Serrano se encontraba al aire con su programa emblemático, Buenos Días. Y si bien todo era confuso, dramático, con interrupciones, ninguno de los dos perdió su profesionalismo. Siempre tranquilos y sin exagerar, siempre intentando que las personas a pesar del desconcierto, guardara la calma y se mantuvieran en sus casas. Aunque algunos hicieron todo lo contrario y comenzó aquella ayuda que salvó vidas, reunió familias pero también rescataron muchísimos cuerpos.
Café Súper Leche
“Es la esquina de Victoria y San Juan de Letrán… yo no recuerdo qué es lo que había aquí, ahora es imposible saberlo. Hay helicópteros que vuelan a nuestro alrededor. Es una ciudad envuelta en el humo de incendios, la multitud se agolpa. Sacaron a un herido en una cama, en lugar de una camilla, en la cama en donde estaba, ahora le tapan la cara, es de San Juan de Letrán número 37, Joyería la Puerta de Oro. Sacaron a un niño de dos años, lo rescataron debajo de los escombros, sin ningún arañazo.”
- ¿Cuál es su nombre?
- Víctor Manuel Fernández.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué está usted tan agobiado?
- Aquí estaba mi negocio, era el restaurant Súper Leche.
- ¿Usted es el dueño del restaurant Súper Leche?
- Sí señor. Sí señor… sí señor.
- ¿A qué hora abren el restorán?
- A las siete de la mañana.
- ¿Quiere decir que a la hora del temblor ya estaba abierto?
- Ya señor. En el segundo piso vivía mi madre o vive mi madre. En el segundo piso vivía aquí mi madre y mi hermana. No sé yo…
Dos policías se hacen cargo del señor que era dueño de este restorán y cuyos familiares viven en este edificio totalmente derruido. Las columnas de humo negro son cada vez más espesas. Tenía cuatro pisos por encima de este famoso café. El cine Teresa está en su sitio. La policía ha acordonado Lázaro Cárdenas hasta 16 de Septiembre.
“Es un temblor que ha dejado una huella de dolor,
de sangre, de víctimas;
De daños de los que tardaremos en reponernos mucho tiempo.”
Jacobo Zabludovsky.
El Restaurante café Súper Leche se encontraba ubicado en la esquina de la calle de Victoria y San Juan de Letrán hoy Eje Central Lázaro Cárdenas. El edificio Anamier Escandón era un inmueble residencial conformado por dos módulos. Su estructura era de acero y concreto. Contaba con áreas comerciales: una relojería, una ferretería, tiendas de ropa y el Café Súper Leche. Contaba con cuatro pisos con ochenta departamentos y diez cuartos de servicio.
Se construyó en los años treinta, en una esquina de forma rectangular. Su apariencia era angulosa, de grandes ventanales, al puro estilo art deco. Sus balcones eran vistosos, voluminosos, creaban claroscuros. Fue parte de un corredor que durante dos décadas fue una zona pujante de la Ciudad de México, con salida a la Avenida Juárez.
Inaugurado el café Súper Leche en 1949 y fundado por el español, el señor Víctor Manuel Fernández, este café fue famoso por su suculenta comida, la calidad del café recién hecho, la leche fresca, tanto era su fama que el presidente Díaz Ordaz mandaba a un emisario a que le comprara sus conchas con nata. Aquel día jueves 19 de septiembre los comensales y trabajadores ya estaban dispuestos a empezar su día, el temblor irrumpió con un fuerte jalón. Algunos de los presentes atinadamente salieron de la cafetería; testigos narraron que el edificio colapsó rápido, una nube de polvo cubrió a San Juan de Letrán. Después de más de cuarenta años el edificio Anamier Escandón desapareció sin dejar rastro.
Frente a los restos del edificio yacían dos trolebuses que permanecían intactos pues cuando comenzó el movimiento los pasajeros salieron asustados a refugiarse dentro de la cafetería, gran error pues ahí encontraron su muerte. Los cuerpos de los familiares del señor Víctor Manuel Fernández nunca los encontraron a excepción del cuerpo de su señora madre que fue hallada el día viernes. Muy pocas personas fueron rescatadas con vida del Súper Leche. Se podría mencionar el rescate con vida de una doctora que se encontraba en uno de los departamentos pero no sé sabe cuántas personas perdieron la vida en el lugar. La búsqueda duró poco tiempo ya que las autoridades decidieron limpiar el predio lo antes posible a pesar de los ruegos de algunas mujeres y de su pedimento por esperar, ya que en los sótanos podría encontrarse gente con vida. Fue en vano, limpiaron el predio, después lo convirtieron en un jardín llamado Adolfo Ruíz Cortínez, con bancas y una estatua de Cri Cri pero tan sólo estuvo siete años porque comenzaron las excavaciones para la construcción de un horrible edificio que hasta la fecha se encuentra ahí, alrededor del comercio informal.
Víctor Manuel Fernández participo en una entrevista que realizaría veinte años después el Licenciado Jacobo Zabludovsky en donde recordarían aquella terrible mañana. Confirmó que el único cuerpo que encontraron fue el de su querida madre. Le compartió al periodista que su ilusión era volver a abrir el café Súper Leche después de tantas situaciones adversas que vivió durante y después de la tragedia. Se enfrentó a demandas de parte de familiares de empleados fallecidos de la cafetería y de familiares de comensales que perdieron la vida dentro del lugar. También se enfrentó a las autoridades que le hizo aún más difícil la situación por la que atravesaba. Tuvo que mover cielo, mar y tierra sin éxito al buscar a su sobrina, hija de su hermana quien murió en el lugar a lado de su esposo y sus otros hijos. La vida los trajo a vivir a México, tenían poco de haber llegado al país ya que residían en su país natal, España. Comenzarían de cero. Tristemente aquí fue donde encontraron la muerte a lado de su madre y demás familiares.
El señor Víctor Manuel Fernández murió en el año 2020 sin haber realizado su sueño: abrir de nuevo El café Súper Leche y encontrar a su sobrina.
La narración de Zabludovsky nos lleva a pensar en todo lo que esa mañana cientos de personas vivieron. El ver en ruinas edificios, casas, departamentos fue como una pesadilla. Mirar a las personas envueltas en el llanto, la desesperación y la angustia no es fácil de olvidar. Familiares que perdieron la vida, la historia de una ciudad que se paralizo y tuvo que volver a tomar aliento para ser útil. Algunos dicen que cuando eres un infante no puedes darte cuenta de ciertas cosas porque supuestamente vives en un mundo aparte pero ese día puedo decir, a pesar de haber sido una niña, que el miedo me estremeció de tal manera que durante mucho tiempo tuve pesadillas. Sabía lo que había ocurrido, lo vimos por la televisión, en los periódicos, lo escuchábamos en la radio. Pasado algunos meses, mi papá nos llevó al Centro de la Ciudad, algunos edificios aún estaban en ruinas, había escombro por donde quiera que volteáramos, me volví a impactar.
Recuerdo que en un abrir y cerrar los ojos nos encontrábamos en noviembre y pienso en aquella escena que la televisión nos compartió: gente reunida en la explanada de la Plaza de las Tres Culturas, alrededor de veladoras y flores, entre llanto, susurros y la letanía del Rosario que envolvía con pena los corazones de la gente que jamás volvió a ver a sus seres queridos y que por dicha y milagro ellos salvaron sus vidas.
“…Y ahora señoras y señores, estoy enfrente de mi casa de trabajo donde he pasado a lo largo de mi vida más horas que en mi propia casa, y está totalmente destruida.
Sólo espero que mis compañeros de trabajo, mis amigos, mis hermanos de labor, estén todos bien.
No es posible reconocer esta esquina, en donde todos los días durante tantos años he venido.”
Jacobo Zabludovsky.
Gracias por su lectura, ¡sean dichosos!


