El último round

Por Marco Antonio Guerrero Hernández

Dedicatoria especial para el Sensei Raúl Reyes Ramos

– ¡Aguanta, es el último round!

Le decía el entrenador a Gerardo.

Sonó la campana…

I

Cinco de la mañana. Gerardo se levantó. Comió un plátano y tomó un vaso con agua. Se puso la ropa deportiva y salió a correr. Empezaba el día lleno de nervios, era su primer torneo profesional.

Había llegado a la semifinal.

Después de salir del reclusorio por un delito que no cometió. Lo acusaron de robo, su único problema era tener un gran parecido físico con el verdadero culpable. Los testigos lo habían confundido con el jefe de una banda de asaltantes en el transporte público.

Fue condenado a  siete  años de los cuales cuatro estuvo en el reclusorio y los demás en libertad condicional. Esto debido a su buen comportamiento. Ingreso a un programa para terminar la secundaria y hacer la preparatoria desde el reformatorio.

Asignado al bloque de los asesinos tuvo que aprender a defenderse de las agresiones de los demás reos.

Al salir del penal se fue a vivir a casa de sus padres donde fue bien recibido. Consiguió un trabajo como repartidor de pan y su tiempo libre lo aprovechaba para estudiar ya que tenía fija la idea de entrar a la universidad y ser un abogado para defender a personas en su situación. Durante uno de sus repartos conoció a Cecilia, una chica de su edad que era repostera y dueña del expendio de pan donde él fue a dejar una compra. Se hicieron amigos y Gerardo aprovechaba cada entrega para platicar al menos diez minutos con ella.

II

¿Qué te pasó Ceci?

Preguntó Gerardo al verla con la cara llena de moretones.

-Nada, no me pasa nada, estoy bien.

Un día antes durante un ataque de celos Juan el esposo de Cecilia la había golpeado. Le dejo las marcas en el ojo izquierdo, el pómulo derecho y en la boca.

La semana siguiente Cecilia tuvo la confianza de decirle a sus padres lo que pasaba, los señores preocupados la ayudaron a salirse de la casa de Juan y pronto le ayudarían a abrir otra panadería. Después de levantar la denuncia correspondiente ella ingreso a terapia psicológica ya que quedó muy atemorizada por la agresión de este tipo. Se llevó al hijo que había tenido con Juan y empezó una nueva etapa en su vida.

III

– Anota bien mi número y me llamas, espero que pronto podamos ir por un café.

Gerardo y Cecilia intercambiaron números de teléfono, empezaron a frecuentarse. Ella le contó a su nuevo amigo los problemas que tenía y la manera en las que los estaba enfrentando. En la terapia le habían sugerido tomar clases de defensa personal pero no tenía con quién asistir así que le propuso a Gerardo que la acompañará. Él aceptó, ya que durante su estancia en el reclusorio había tenido que pelear muchas veces y desarrolló un gusto poco común por los deportes de contacto extremo. Se pusieron de acuerdo y comenzaron juntos a entrenar la disciplina de las artes marciales mixtas. Ambos dividían sus tiempos con la promesa de que juntos llegarían al circuito profesional y compartirían su participación en un torneo importante;  ambos se dedicaron con entusiasmo a su nueva forma de vida. Superaron obstáculos y fueron destacando hasta obtener el grado más alto en su grupo llegando en tres años a obtener la cinta negra.

Con el paso del tiempo y la cercanía Gerardo empezó a sentir un amor fuerte y apasionado por Cecilia, mismo que callaría por miedo al rechazo.

Un día Cecilia no llegó a entrenar, Gerardo no se preocupó por ello ya que entre el trabajo y atender a su pequeño a veces no le daba tiempo de cumplir con el riguroso entrenamiento. Únicamente le mando un mensaje esperando saber que todo estaba bien y comentarle que el entrenador los había inscrito en el torneo nacional del circuito profesional de artes marciales mixtas.

Al día siguiente fue a casa de la mujer, se alarmó al escuchar las sirenas de una patrulla y ver una ambulancia frente al hogar de Cecilia. Afuera encontró al padre de ella llorando.

– Ese desgraciado, ese hijo de su puta madre me desgració a mi hija.

Así fue como se enteró de que Juan en otro de sus ataques de celos y pese a la orden de restricción fue a buscar a Cecilia porque le había llegado el rumor de que ella tenía una relación con un muchacho con el que iba a hacer ejercicio.

Durante la discusión Juan intentó golpearla, ella se defendió utilizando los conocimientos que había adquirido, cuando Juan vio que la sangre brotaba de su nariz y boca no soporto verse humillado y derrotado por ella así que sacó su pistola y antes de que ella pudiera desarmarlo accionó el arma, el disparo le dio en el estómago: ella cayó de inmediato.

Juan poseído por la ira soltó otro tiro que se impactó en el pecho de la mujer. Ella era muy fuerte resistió ambos tiros, Juan fue apresado cuando intentó darse a la fuga.

Gerardo se fue al hospital, los médicos dieron un pronóstico reservado. Antes de ingresar a cirugía ella pidió al cuerpo médico le dieran acceso a Gerardo.

Llamaron al muchacho, que la vio pálida y manchada de sangre.

– Gerardo, no la voy a librar, sé que no voy a poder salir de esto.

Él contuvo el llanto. Le dijo que se habían clasificado al torneo nacional. Ella sonrió.

– Lo vas a lograr ya verás- Dijo él tratando de animarla. Ella movió la cabeza en signo de negación.

– Prométeme que vas a ir a ganar, no quiero excusas. Estaré ahí en tu esquina como lo soñamos. Gracias por todo y cuídate mucho. Si te hubiera conocido antes tal vez te hubiera pedido que fueras mi novio.

Gerardo permaneció callado, le dijo que en cuánto saliera del hospital hablarían de ello.

El equipo de médicos llegó para practicar la cirugía. Gerardo se tuvo que marchar. Se quedó en la sala de espera junto con los padres de Cecilia.

Seis horas después el parte médico dio su informe. El disparo al abdomen perforó el estómago, presentando un shock hipovolémico por la pérdida de sangre, el disparo al pecho le perforó un pulmón, el doctor se sorprendió de que llegara con vida al hospital. A pesar de todos los esfuerzos Cecilia no resistió.

Gerardo abrazó al padre de Cecilia, no lo podía creer. Después del funeral él se apartó de los progenitores, se enfocó en sus estudios de leyes y dejó el entrenamiento.

Un mes antes del inicio de la competencia Raúl, el entrenador fue a verlo para hacerlo recapacitar y que tomara su lugar en el torneo ya que era una gran oportunidad y el entrenador sabía que ellos habían hecho el compromiso de llegar juntos a esa instancia.

Pensando en la promesa que le hizo a Cecilia y poniendo todo el amor que no pudo darle en vida, se decidió y regreso a la disciplina. Se sometió a un programa de ejercicios más fuertes preparando su participación.

Así empezó el camino. El torneo estaba dividido en grupos de 2 contrincantes en una pelea a eliminación directa, cuartos de final, semifinal y final.

El primer combate lo ganó en un minuto. El pase a cuartos de final lo pasó con un poco de complicaciones, se llevó un par de buenos golpes pero al final una evasiva y un gancho al hígado terminaron por someter a su rival.

Logrado el pasé a la semifinal y la sorpresa más grande para él: su rival a quién apodaban “El Perro Rabioso” era ni más ni menos que el asaltante con el que lo habían confundido. Sintió rabia y muchos nervios.

Sonó la campana en el primer asalto el contrario lo sorprendió con una combinación de golpes al cuerpo que lo desconcertaron. Tenía miedo. Salió muy inseguro al segundo episodio logró salir de varios ataques y obtuvo la ventaja.

Fue a su esquina, se quitó el protector bucal y le dijo a su entrenador.

– ¡No puedo Raúl! Es muy fuerte y muy rápido.

– ¡Vamos a cambiar la estrategia- dijo el profesor con voz firme. 

Le dio las  instrucciones para hacer el puntaje necesario para ponerse al frente.

En ese momento el papá de Cecilia le gritó desde abajo del cuadrilátero

– ¡Se lo prometiste a mi hija, hazlo por ella!

Gerardo no pudo contener el llanto. Se colocó nuevamente el protector y regresó a la pelea.

Se metió de lleno al intercambio de golpes, un impacto al estómago y luego un golpe al pecho tal como los había recibido Cecilia, jadeó, parecía que se quedaba sin aire.

-¡Ceciliaaaaa! Gritó y  conectó un par de golpes rectos y un gancho al hígado el contrario respondió con un uppercut que bloqueó sin problemas e hizo un movimiento de salida, para después para tomar  vuelo y ejecutar una hermosa patada tornado. El tiempo se  detuvo, los reflectores le dieron en la cara, cuando se estaba elevando miró el rostro de Cecilia con la sonrisa más bella que él había visto.


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