Por Enrique Fortunat D.

Lo que se dice luego del entusiasmo inicial en los Juegos Olímpicos.

Esta semana dejo de lado el asunto de la política mexicana (por fin, dirán algunos).

Es que se entera uno de cada cosa que se pone de mucho ambiente el intercambio verbal en las redes y en los medios, lo mismo por sesudos analistas que por entusiastas cabezas huecas, como su servidor.

La “trans” que no es

Surgió un asunto muy importante en los Juego Olímpicos, dentro del torneo de box femenil.

Se enfrentaban la argelina Imane Khelif y la italiana Angela Carini.

Un par de golpes lanzados, apenas un breve escarceo y en apenas 46 segundo la italiana decidió abandonar el combate. Segundos después se le oía gritar a punto del llanto ¡No es justo, no es justo!

La italiana dijo que la pegada de su rival era demasiado fuerte, que nunca había sido conectada con tal pesadez.

Apenas terminó el combate e inmediatamente se desataron rumores y aseveraciones de que la argelina era en realidad una atleta transgénero. Un hombre biológico convertido en mujer.

Por supuesto, entre muchas personas esto provocó airados reclamos y fuertes declaraciones al respecto. Yo mismo estaba enojado por lo que consideré una pelea desleal y un asunto truculento del deporte.

Pero, sí, hay un pero, resulta que ahora se dice que la argelina es una mujer de nacimiento, sí, toda ella, sin trampas o interacciones externas.

Lo que aclaran es que tiene un trastorno hormonal llamado hiperandrogenismo (está difícil de leer, imagínate escribirlo bien). Esta condición produce, dicen los médicos, que se generen más hormonas masculinas, testosterona, en la mujer. El propio Comité Olímpico Internacional precisó que incluso hay otra atleta que tiene esa misma condición, se trata de Lin Yu-Ting, de Taiwán.

De manera que ambas atletas tiene, efectivamente, más testosterona de lo que normalmente tiene una mujer, lo que, me atrevo a pensar, le ayuda a tener mayor fortaleza de la que una mujer tiene en condiciones estándar.

Pero, eso no está prohibido, ni supone una violación a las reglas, y queda la pregunta de si deben ser sujetas a restricciones deportivas por una condición médica.

Asunto complicado sin duda.

Desfile de casi todos

En estos Juegos destaca el hecho de que se haya impedido la participación de Rusia, como un castigo por el conflicto con Ucrania, que lleva más de un año sin solución y que ha costado miles de vidas.

No sé si el Comité Olímpico Internacional sea el organismo indicado para determinar esas medidas. No parece que el ámbito del deporte sea la arena apropiada para ello. Especialmente si actúan de manera desigual y con criterios distintos. O sea que se pongan de convenencieros decían en el patio de la primaria.

Lo digo porque Israel mantiene un desigual conflicto con Palestina que ha ocasionado miles de muertos, que ha sido condenado por prácticamente todas las naciones y que incluso se ha señalado por las atrocidades cometidas y que se cometen en contra de la población civil. Para muchos la barbárica actuación israelí cumple al pie de la letra con la definición de genocidio.

Pero Israel se presentó con sus sonrientes atletas a la justa veraniega. Una vergüenza.

Palestina, a pesar de las inhumanas condiciones que le impone la guerra, también tiene un representativo en los Juegos.

La piedra en los frijoles

Señalé con entusiasmo en mi entrega pasada que el acto de inauguración de los Juegos Olímpicos fue una ceremonia brillante, con gran contenido y de buen gusto en casi todas sus fases.

También dije que no era el momento de estar de amarguetas, pero ni modo, parece que ya me alcanzó el ácido clorhídrico el esófago y algo hay que criticar.

Una escena en especial levantó ámpula en diversos sectores.

Se trata de una supuesta representación de la Ultima Cena con personajes diversos y con características de dudosa orientación sexual o género. Ninguno de esos temas me espanta o escandaliza.

El asunto, como en otras ocasiones sucede, es la forma en que se hace. Y nada de que la forma no importa, no se hagan patos, en el arte, la forma es parte del mensaje ineludiblemente,

De manera que si el cuadro alegórico hubiera estado conformado por bomberos, equilibristas, odontólogos, coleccionistas de corcholatas y fabricantes de polvos urticantes, diría lo mismo: estuvo de más y rayó en lo grotesco.

Lo he comentado en otros lados, no hay nada de malo con enseñar un pastel, pero otra cosa es cuando forzosamente te lo quieren embarrar en la cara. Pos como que recula uno…

Pero más aún, resulta notable que estos momentos de supuesto pensamiento liberal y progresista se haya enfocado, como ocurre en diversas ocasiones, en tratar de ridiculizar o poner en evidencia a una religión en particular: la católica (que quede claro: no soy practicante y en mucho estoy en desacuerdo con ella).

Parece que encuentran ahí un espacio cómodo y seguro para sus “atrevidas” propuestas. Es fácil hacerlo cuando estás instalado en la seguridad. Porque no veo a ninguno de esos genios del discurso subversivo, rebelde y avant garde, haciendo mofa o escarnio de otras religiones en las que seguramente encontrarían muchísimos temas para sus críticas, pero con riegos reales para su salud. A lo mejor, son comodinos o cobardes, pero tontos no.

(Y no salgan con que se refería a otra pintura, no a la de la Última Cena ya se reconoció que era esa)

La miscelánea

El 3 de agosto de 1492 parte del puerto de Palos de la Frontera en España con rumbo a lo que él cree será una nueva ruta hacia la India y que terminaría tropezando con lo que hoy llamamos América. El mismo día, los Reyes Católicos ordenan la expulsión de los judíos de su reino por medio del Decreto de Alhambra.

El 4 de agosto 1901 nació el músico estadounidense Louis Armstrong en el seno de una familia pobre. Se dedicó a la música, especialmente a la trompeta en donde destacó como  uno de los mejores intérpretes jazzista con ese instrumento. También tuvo éxito como cantante. En esta última faceta se recuerda la archiconocida What a wonderfull world.  Con más miel de la que se requiere para comer hot cakes, la presentamos:

Vayamos pues con ánimo relajado y la ingenuidad de los años mozos hasta el próximo sábado

Paz-