Por Enrique Fortunat D.
Se están poniendo de a peso los cocolazos por lo de la reforma en el Poder Judicial.
Que dicen que siempre sí quieren platicar
Luego de varios desaires, incluso descortesías flagrantes, ahora integrantes del Poder Judicial se acercan a querer dialogar acerca de la reforma al Poder Judicial.
Como es sabido, se realizan varios foros para escuchar las diversas voces que tienen interés en lo que se decida al respecto. Aunque no estoy contemplado para participar, con modulada voz lanzo mis rebuznos para no desmerecer en el coro opinador.
Llamó la atención el gesto congelado en la faz de la ministra Norma Piña una vez que de manera frontal se vio obligada a escuchar de viva voz la opinión de otras personas. No la culpo. En general las y los ministros de la Corte están acostumbrados a decir y ser escuchados sin discusión, excepto por lo que puedan decir sus pares. La suya es la última palabra y, humanos al fin, parece que esperan que ese rol se extienda a otros campos de la vida. Pero ahora los alcanzó la realidad.
De la rotunda negativa y hasta desprecio por las propuestas presidenciales, pasaron a “nuestra voz también debe ser oída”. Y no hay duda de que debe serlo, pero ahora quieren que se les escuche, a diferencia de su postura anterior en la que ni siquiera querían ellos oír a nadie.
Lo que parece claro es que tanto la actitud inicial como el posterior cambio de la actitud en varios personajes del Poder Judicial no obedecen a la reflexión o la apertura. Hubo soberbia y luego simplemente no calcularon bien los resultados electorales.
La aplastante victoria de Morena en las urnas (más allá de lo esperado, sin duda) así como la inminente mayoría calificada en el Congreso los ha puesto en situación de desventaja y vulnerabilidad. Ni modo, las cuentas no salieron, ahora serán ellos los que tengan que echar mano de un “Plan B”.
Ese es el panorama.
Los asegunes
Conforme a ello, ya salen las especulaciones que aquilatan los costos.
Se propone que varios cargos de diferentes niveles se vayan a elección popular. Entre esos cargos están: ministros de la Suprema Corte de Justicia, consejeros del Consejo de la Judicatura Federal, magistrados del Tribunal Electoral Federal, magistrados de circuito y jueces de distrito. O sea barredora completa.
Son más de 1,600 los cargos judiciales que se definirían en las urnas.
En consecuencia se espera que sean miles los abogados y abogadas que se postularán. Esta histórica y tumultuosa primera elección primera se realizaría en junio de 2025.
Los costos no serían una bicoca, es estima que las elecciones para elegir a los miembros del Poder Judicial se llevaríala bonita suma de entre tres mil quinientos y siete mil millones de pesos. Casi lo que me llevo el fin de semana de “viene viene”.
Ignoro si eso comprende los costos de las campañas de los suspirantes a los puestos. Sí, cómo de que no, campañas. Pues habrá que dar a conocer a cada uno de las o los participantes para ser electos y alguien tendrá que pagar por ello.
Esto, desde mi seguramente deformada óptica, implica otro asunto peliagudo: ¿cuánto estaría dispuesto a invertir el crimen organizado para tener “personal de confianza” en puestos de impartición de justicia? Yo no más dejo la pregunta…
Por otro lado, todo puesto requiere de aptitud y actitud, dicen, así que ¿de qué manera se hará la evaluación técnica de conocimientos? Y más importante: que se sepa que es apropiada la habilidad del juzgador para conocer, interpretar y aplicar la ley al caso específico. Porque puede haber personas que sepan la ley al dedillo, pero que tengan menos criterio para aplicarla que Calígula alcoholizado.
¿Cómo se garantizará que las y los candidatos sean probos? ¿Quién asumirá el papel de fiel de la balanza? Digo, porque algún parámetro habrá que tener la ciudadanía para elegir al adecuado, pues a ciegas, igual y los aspirantes son todos inadecuados, y así da lo mismo al que se elija…
Pero no más lo digo por preguntón.
Ahora, bien esas probables dificultades de ninguna manera significan que no se requiera reformar al Poder Judicial. Por supuesto que es no sosamente necesario sino indispensable y urgente.
El actual sistema -no por sabido debe callarse-, con mucha frecuencia castiga la pobreza y beneficia a los poderosos. Durante años se supo, pero no se tomaron medidas, resulta evidente que no se hizo porque no se quiso hacer.
Lo inexplicable
Morena
Luego de la aplastante victoria de Morena y de la enorme cantidad de personas que seguramente hay en sus filas para ser tomados en cuenta, resulta que de inexplicable manera, de oscura razón, de obtuso entendimiento, Sergio Mayer será diputado plurinominal por ese partido.
Huele feo, como a tufo influyentista. Mal, muy mal.
No se aprendió la lección con Lilly Téllez, o no se quiso aprender o era más redituable no aprenderla.
Pero no para ahí el asunto, pues “El Fisgón”, quien es el titular del Instituto de Formación Política de Morena dijo que criticar al actor o exigir su separación es una “estupidez del tamaño de una catedral” porque el legislador se podría ir con la oposición.
Usando su eclesiástico ejemplo, creo que tener a alguien no convencido o todavía peor a un infiltrado es una estupidez del tamaño de una Basílica. No siempre el pragmatismo político es la respuesta.
PRI
Alejandro Moreno, líder dirigente del Partido Revolucionario Institucional, o lo que queda de él, aspira a continuar dirigiendo ese partido.
Pero hombre de grandes planes aspira a que de una vez lo autoricen a que sea para no uno, ni dos, sino tres periodos consecutivos. Cómo de que no. y hay quien lo apoya…
De manera que tendría 12 años para seguir liderando las huestes priístas.
A la luz de sus resultados, los demás partidos deben estar felices. Es probable que termine de enterrar al vetusto partido.
El agandalle
Uno de los pocos políticos que cuenta con auténtico apoyo popular, es Gerardo Fernández Noroña.
De manera poco elegante -por decirlo suavecito-, le agandallaron lo que le tocaba en la entrante administración. Bajo el pretexto de no ser militante de Morena le regatearon lo que por acuerdos le correspondía.
Por supuesto Fernández Noroña puso en la mesa el asunto. Fue claro: no quiere un puesto, solamente que se respeten los acuerdos. Tiene razón, aunque no les guste.
Poner a Fernández Noroña a un lado y darle vía libre es potencialmente un acto de consecuencias imprevisibles.
Miscelánea justiciera
En 1815, se instituyeron los procesos de Jurisdicciones Unidas en lo que hoy es México y entonces era la Nueva España. Eso quería decir que se podía juzgar al reo de forma militar y eclesiástica simultáneamente (eficiencia administrativa, dirían hoy). La primera persona juzgada de esa manera fue ni más ni menos que José María Morelos y Pavón. El veredicto fue su degradación sacerdotal y su condena a muerte.
El primer presidente de la entonces llamada Corte Suprema de Justicia de la Nación, asumió el cargo el 15 de marzo de 1825. El personaje en cuestión era Miguel Domínguez y Trujillo, quien fuera esposo de doña Josefa Ortiz “La Corregidora”.
En esa primera Corte Suprema, los ministros que se eligieron recibieron nombramientos perpetuos, pero el presidente sólo permanecía en el encargo por dos años.
Para cerrar, esta sorprendente interpretación alternativa de “Thunderstruck” de AC/DC
Que el fiel de la balanza se incline hacia la felicidad toda la semana.
Paz.


