Por Juan de Lobos.
Queridas lectoras, queridos lectores. Hace una semana les platiqué de la serie española “La Valla” en la plataforma Netflix, Creada por Daniel Écija y con las actuaciones de Eleonora Wexler, Olivia Molina y Unax Ugalde. Ya terminamos de verla y nos encantó e impactó a partes iguales, no pienso arruinarles la serie, pero sí me puso a pensar seriamente en lo que estamos por vivir en unas cuantas semanas cuando se celebren los comicios en nuestro país.
Para mí en lo particular, me fue imposible no encontrar muchos paralelismos con los gobiernos y gobernantes de la actualidad, disfrazando discursos demagógicos, ante una realidad repleta de miseria, paranoia ante las enfermedades, inseguridad y militarismo; la soberbia de un mandatario encerrado en un palacete y huyendo ante los problemas ocasionados por su mala gestión, funcionarios anónimos que no resuelven los problemas de la ciudadanía, pero sí la amenazan con arrebatarles lo más valioso que tienen, controles militares y violentas reacciones ante cualquier tipo de oposición (conste que sigo hablando de la serie, cualquier semejanza a cualquier gobierno actual es mera coincidencia).
Y eso me lleva a preguntarme ¿Qué seguirá? La Historia nos regala nuevamente un sinnúmero de ejemplos, adalides de la libertad convertidos en incompetentes y corruptos villanos, una total carencia de ideales y plataformas políticas coherentes ante una realidad abrumadora. Cansancio e inseguridad en la población. Muertos, desaparecidos, heridos, traficados, explotados. Ellos ponen los discursos y la gente pone los muertos.
Me queda claro que nadie tiene la capacidad de arreglar semejantes entuertos, y aquellos que pudieron tenerla, se han autoexiliado o convertido en cómplices esperando a que mejore el panorama político, en el mejor de los casos, a su favor. Los de un color, ahora son de otro, los que representaban a la izquierda, ahora se unen a los de la derecha y viceversa y lamentablemente no para el beneficio del pueblo, si no para el beneficio propio y el acumular el poder para convertirlo en ocurrencias, puntadas, chistes y eufemismos.
No podemos alejar la política de la distopía, porque para alguien, siempre, el gobierno en turno afectará sus intereses, pero cuando un grupúsculo enfermo de poder se enquista en un gobierno, es muy difícil que salga algo bueno de eso, cuando no existe transparencia, cuando se desinforma a la sociedad, cuando se le brindan mayores beneficios a un solo grupo social a cambio de su lealtad ciega, en ese momento tenemos problemas (y varios argumentos para escribir sobre distopías).
¿La opción es seguir consintiendo abusos de poder, los desplantes de soberbia y una notoria incapacidad, no solamente para gobernar, también para comprender cómo funciona la economía, la producción, los fondos contra desastres, la impartición de la educación y la salud, la seguridad interior y exterior? O arriesgarnos a una nueva alternancia en la cual las figuras políticas son las mismas y también dejan mucho qué desear a pesar de su buena voluntad. Conste que sigo escribiendo sobre la serie y eso, justamente es lo que me tiene tan intranquilo.
La realidad siempre será realidad, a pesar de los filtros, los matices, los eufemismos, la falta de atención, o los miles de distractores con los que contamos. La realidad siempre será realidad a pesar de seguir leyendo libros, viendo series, escuchando formas distintas de pensar.
La realidad es realidad y punto.
Quedo de ustedes.
La soberbia es una incapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.
José de San Martín.
Militar y político argentino, libertador de Argentina, Chile y Perú.
*El contenido de este texto no contiene I.A. y fue creado de acuerdo a los antiguos cánones de la escritura, a partir de un tema, un conocimiento previo, investigación y redacción.


