ucronica 26

¿Qué estás dispuesto a dar a cambio de seguridad? o construyendo una utopía

Por Juan de Lobos

Queridos lectores, queridas lectoras. Durante la semana pasada, comencé a ver “La Valla” una serie de la plataforma Netflix, una producción española de ciencia ficción distópica, ubicada en Madrid en el año 2045. Creada por Daniel Écija y protagonizada por Unax Ugalde, Eleonora Wexler y Olivia Molina entre otras muy buenas actrices y actores, nos muestra un futuro militarizado, en donde nuevos virus y la sombra de una postguerra mundial pone ante nuestros ojos una sociedad asustada, mezquina y desinformada.

La realización es impecable y logra mantenerte inquieto y preocupado durante cada capítulo. Hasta el momento me tiene enganchado y me hace meditar sobre lo que en realidad estamos dispuestos a ceder a cambio de sentirnos seguros y protegidos.

La mayoría de nosotros hemos olvidado lo que significa el poder andar tranquilo por la calle, estamos asolados por mil y una formas de estafar, robar, amenazar, extorsionar y presionar. Algunos tipos de música sobre todo se han convertido en una terrible apología de la delincuencia y paradójicamente han sido las actividades ilícitas las que han mantenido “seguras” a algunas comunidades rurales o colonias urbanas, en las cuales la fuerza del Estado se ha visto ampliamente rebasada.

Y esto me hace cuestionarme ¿Qué es peor. La seguridad provista por el crimen o la aplicación del pacto social y el monopolio de la violencia por parte del Estado? La respuesta sin duda es la primera, porque eventualmente la gente se cansa y comienza a hacer justicia por su propia mano, como lo hemos visto tristemente de manera relativamente frecuente en todos los rincones del país.

¿Podemos hacer frente a estos peligros como sociedad? ¿Cómo podemos exigirle al Estado que cumpla con su parte del contrato social por el cual se les ha concedido su administración y organización? No hay duda de que la gente aguanta hasta que se cansa, y ese es el panorama más peligroso al cual podemos llegar. Sin justicia, sin seguridad y sin ninguna consecuencia.

La Historia nos ha prevenido de muchas formas, nos brinda un sinnúmero de ejemplos y nosotros seguimos sin hacer caso. Espero que esto no siga encerrando a los ciudadanos y dejando a sus anchas a los delincuentes.

El delito es una manera mucho más fácil de obtener algo, ya sea a través de la fuerza, del engaño, de la amenaza, del chantaje o de la lástima. Y el único remedio que se me ocurre en este momento, para evitar caer en una distopía militarista y represora, es justamente siendo buenos ciudadanos, buenos vecinos, buenas personas.

Estamos viviendo momentos impensables, salimos de una pandemia, luchamos para conservar un empleo o mantener nuestro emprendimiento a flote, tratamos de llegar a fin de mes sin quejarnos de que todo está el doble de caro que hace seis años, que a las preocupaciones cotidianas ahora se suman el destino de nuestros ahorros para el retiro, nuestro futuro como sociedad y una inflación desmedida y un dólar débil disfrazado de superpeso.

¿Qué podemos proponer como ciudadanos? ¿Qué debemos hacer para que las condiciones mínimamente necesarias para el desarrollo humano se cumplan? ¿Qué otras series, libros y películas debemos ver o leer para asustarnos lo suficiente para cambiar nuestra incómoda comodidad (como diría Arjona) a cambio de un verdadero bien común?

Queridos lectores, amables lectoras, los dejo meditando sobre este delicado asunto, en el cual ya no nos basta ser meros supervivientes, tenemos que volver a sentirnos seguros en muchos aspectos, en volver a creer que podemos ser una gran nación y no un remedo mal ejecutado de demagogia selectiva.

Todos podemos hacer y mucho, compartir y mucho, cuestionar y mucho, comparar y mucho. Pero sobre todo recordar, recordar los orígenes de todos aquellos movimientos sociales y sus consecuencias o acaso es más el hastío y la preocupación del día a día que nos impide hacerlo.

Quedo de ustedes y les invito a seguir cuestionando esta realidad nacional que bien se está convirtiendo, desde hace algunos años, en una distopía.

La tiranía es implacable y cruel porque es cobarde y débil.

Romain Rolland. Escritor francés

*El contenido de este texto no contiene I.A. y fue creado de acuerdo a los antiguos cánones de la escritura, a partir de un tema, un conocimiento previo, investigación y redacción.

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