Por: Julieta E. Libera Blas.
Si profano con mi indigna mano este sagrado sacramento,
pecado de amor será.
William Shakespeare.
Queridas y apreciados lectores.
Amar por sobre todas las cosas. Amar hasta que la muerte nos separe. Amar en la riqueza y en la pobreza. Amar en en la salud y en la enfermedad. Amar y respetar al bien amado. Amar… pero ¿qué es amar? ¿sabemos amar? Supongo que amar es aquella emoción que nos hace mirar al otro como algo divino y perfecto. Un ser bello, único; aquel que no tiene defectos ni errores. El mismo o la misma que nos llevará al paraíso porque alguien más nos encerró en el mismo infierno. ¿Qué es el amor? ¿Sabemos amar o sólo ensalzamos al otro porque lo miramos como un ser incomparable? Distinto al que nos rompió el corazón. Diferente a la que nos hizo añicos la seguridad y la confianza. Nuestra salvadora, a la que le debemos nuestros días de felicidad y de alegría. ¿Y si lo que estamos viendo es solamente un espejismo y los que debemos de salvarnos somos nosotros mismos?
¿Qué hay de aquellos amores que te hacen llegar rosas después de que rodaste por las escaleras nada más porque osaste a brindarle una sonrisa de agradecimiento a otro? ¿Qué hay de esos amores que después de haber finalizado la relación te buscan en tu casa nada menos que para exigirte un compensación monetaria por el tiempo invertido en ti? ¿Qué nombre le damos a esos amores que te acosan por cualquier medio sólo para lanzar la amenaza que si no regresas al nido se quitarán la vida? Amores que abusan de la ingenuidad de tu corazón y de tu persona, haciéndote llegar al altar o al juzgado solamente para finalmente mostrar que su pasión, deseo, amor, fueron simples máscaras que te hicieron sentir en las nubes pero que tal sentimiento no existía.
Hay una frase que reza así “Hay amores que matan” –hace tiempo que en el país lo estamos viviendo todos los días a todas horas-. Romantizamos el amor sin poner límites, sin tener la capacidad de sabernos soltar en el momento justo. A pesar del año, del siglo, de la época, insistimos –no generalizo– en ver los celos como algo normal, como una muestra de amor. Aceptamos alejarnos de nuestras amistades para que nuestra pareja esté tranquila y duerma sin tener pesadillas. Somos capaces de mover montañas con tal de ver al otro contento pero ¿qué hay de nosotros? ¿Es justo alejarnos de todos, de nuestras actividades y nuestros placeres? ¿Por qué somos incapaces de amarnos un poquito más?
¿Por qué siempre escuchamos las mismas historias en distintas personas en diferentes etapas de nuestras vidas? Me dejó. Me abandonó. Me engañó. Me golpeó. Me empujo. Me lanzó las cosas. Nunca está contenta con nada. No le gusta como soy. Yo tengo la culpa. Me jaló. No me habló en todo el camino. Se fue de vacaciones con su amiga. Ni siquiera me da los buenos días. Prefiere estar chateando en su celular. Le pido que estemos juntos y sólo me ignora. No me toma de la mano. Busca a otros o a otras por cualquier medio. Vive con otra, tiene hijos. Me dijo que se iba pero yo le supliqué que no lo hiciera y se quedó, supongo que aún me ama. Me casé con él pero ayer vino a buscarme su esposa. Me dejó plantado porque prefirió pasar el 14 con otro. Me empujó con rabia sólo porque pasé por ella 15 minutos tarde. Él me dice que somos novios pero a los demás solo les dice que somos amigos. Me gritó que soy una “fácil” nada más porque me puse tal o cual ropa. No le gusta nada de lo que hago. Me lastimó el brazo pero se arrepintió y me pidió perdón. Fue grosera y cortante con mis amigos. Me presentó como si fuera su amiga y no su novia. Si él te engaño, seguramente lo merecías, mi hijo no hace nada sin una razón. Sí te pegó, pero los dos se fastidiaban, no te quejes. Bueno, ¿para qué fuiste a su casa si sabías que podría abusar de que sus papás no estaban? A él siempre le han gustado las mujeres muy delgadas, creo que debo de bajar más de peso. No soy tan inteligente como ella. Tuvimos un hijo, le ayudo, estoy con ella pero sólo me ignora…
Bien podría seguir con esta lista interminable de desencuentros, fracturas inevitables, heridas profundas, vejaciones, humillaciones, lamentaciones. Podría pedirle al buen Dios o a cualquier deidad que nos libre de todo mal pero no estamos dispuesto a soltar lo que nos hace daño. Soñamos con una reconciliación a pesar de que ya estamos desgastados, lastimados, heridos. Creemos con toda el alma en las segundas oportunidades y está bien hacerlo, siempre y cuando no sea la vigésima vez que pretendemos que todo va a estar bien. Podría pedirle a Dios por un milagro, pero no nos damos cuenta que el milagro puede ser el de mantenernos lejos de ese hombre o de esa mujer que nos está lastimando tanto que ya no somos capaces de ver la diferencia entre lo que es sano e insano para nuestra estabilidad emocional.
Cuando me pongo a conversar de este tema, al colgar el teléfono me pongo a pensar cuál es la verdadera causa de aceptar este tipo de situaciones ¿en realidad son heridas de la infancia? ¿es un abuso físico o emocional que llevamos arrastrando por años y que nos llevan a aceptar este tipo de violencia? ¿qué nos lleva a ver amor donde ya no lo hay? A ver deseo donde ya no hay ni siquiera pasión o algún vinculo que nos haga sentir que nos podemos salvar. Aunque una una cosa es amar y otra es desear. ¿Amamos erradamente? Supongo que así es cuando la violencia de cualquier tipo toca a nuestra puerta. Lo optimo sería salir huyendo por la ventana pero la mayoría se queda ahí, quieta y paciente, esperando que la otra persona cambie.
Señor, líbranos del mal… ¡Concedido! Solo abramos los ojos. Porque el amor no es turbio, no da jaquecas, ni dolores continuos de estómago. No nos enferma ni el cuerpo ni daña nuestra mente. El amor es aquello que nos da paz y tranquilidad, un océano de confianza, la palabra precisa, similar a un bálsamo que absorbe nuestro espíritu. El amor da vida, no la arrebata. Si romantizamos la palabra: el amor es aquel que nos hace pedir un deseo a la Luna: que él me ame como yo le amo. ¡Concedido!
Señor, líbranos del mal. Sí, enséñame a diferenciar entre el amor y la pertenencia, entre mis malas experiencias y entre no lastimar a quien me ha demostrado que realmente me ama y no me hará daño. Enséñame a que el amor es aquella comprensión, conciliación y apoyo pero sobretodo muéstrame la diferencia entre desear que la otra persona esté a mi lado porque nos amamos a querer estar porque es obsesión o codependencia.
Sí, tal vez el amor es un lío, un cuento mal contado porque no termina en un beso largo y eterno. Es quizá una canción mal comprendida y cantada hasta la saciedad hasta que un día nos sentamos a escucharla con atención y sólo así nos percatamos de su verdadero significado. Cuando lo hacemos nos sorprendemos del verdadero mensaje.
Debo de decir que deseo que todos seamos bendecidos con un buen amor, que el tiempo cierre todas nuestras heridas, que todas dejen de supurar. Que el deseo no se confunda con el amor y si solamente es deseo disfrutarlo al máximo siempre y cuando sea con la venia del otro. Deseo para ustedes un amor que los acompañe en sus vidas no que sólo sea una compañía. Un amor que no permita usarlo como si fuera un objeto inanimado. Un amor que los haga sacudirse al primer arrebato y salgan con firmeza de ese lugar sin voltear, sin permitirse dar una segunda oportunidad cuando toda confianza ha sido destrozada.
Deseo para ustedes reflejarse en los ojos de ese amor que no soltará sus manos mucho menos su corazón pero sobretodo les deseo la paz cuando el amor deje de serlo para transformarse en un mar tranquilo o caminar por sendas separadas. Aunque no lo creamos el amor sí es dejarlo libre, sentirnos libres, respirar con libertad.
…y líbranos de todo mal, de aquellos “amores” que no aman sino matan, amen.



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