Por Juan de Lobos.
Queridos lectores, apreciadas lectoras. Este pasado fin de semana, pude ver en una plataforma digital “American fiction” (2023), basada en la novela “Erasure” de Percival Everett. La película es dirigida por Cord Jefferson, logrando una historia interesante, inteligente y curiosamente creíble, protagonizada por Jeffrey Wright en el papel de Thelonious “Monk” Ellison.
Un escritor un poco frustrado y catedrático de literatura americana en una prestigiosa universidad, es reprendido por haber hecho sentir incómoda a una alumna, suspendiéndolo de la academia y enviado a cubrir una feria de libro en Massachussets. Esto lo acerca a su hogar de infancia y juventud para enfrentarse a múltiples tragedias personales, mientras que por otro lado el éxito profesional lo ataca, literalmente hablando.
En esta visión en donde lo políticamente correcto no deja de ser una broma pesada la cual hace más notoria tanto la discriminación como la poca o nula comunicación entre los miembros de una familia disfuncionalmente normal; nos permite reflexionar sobre nuestros propios conceptos, y las percepciones que tenemos del entorno. Estamos a veces tan ensimismados en nuestros problemas que nos convertimos en espectadores de nuestras propias vidas.
Cada personaje aporta a la historia, cada situación aporta a la historia, cada decisión del personaje aporta a la historia y descubrimos el verdadero trasfondo; es una cariñosa tomadura de pelo y una sorpresa enorme para aquellos quienes disfrutamos con la escritura de personajes, historias, metahistorias y universos.
No deseo estropearles la película, al contrario, los invito a verla y realizar a través de esta columna, en alguna edición futura, una breve discusión de la misma. Vale la dicha platicar al respecto.
Decidí empezar esta columna semanal con la recomendación, en parte porque la película me dejó sumamente satisfecho y emocionado y porque quiero retomar un poco el reflejo que vi de mí mismo mientras me reía con cada referencia, con cada actitud, con cada acción o comentario del personaje. La ficción americana, mexicana, europea, australiana, etcétera; siempre hablarán del ser humano, de aquellas pasiones, obsesiones, pulsiones y necesidades universales.
Siempre que cuento una historia, trato de ser lo más objetivo posible, ser un mero narrador de lo que los personajes hacen o dejan de hacer, aunque algunos personajes se convierten en reflejos personales, o de personas conocidas, trato de recordar lugares que no conozco, personas que no sé quiénes son y a través de las letras se van convirtiendo en seres vivos, entrañables; al menos en mi mente.
También cuando recuerdo y comento algo, existen pequeños detalles que omito o enaltezco, cuando me cuentan algo imagino perfectamente incluso los detalles que omiten y pongo en duda aquellos que enaltecen.
Nuestras historias personales nos deben hacer quedar bien parados, logramos ser héroes en nuestros propios relatos, seguramente en los cuentos ajenos somos terribles villanos.
Pero ¿De qué sirve contar o escuchar historias? La verdad de mucho, a veces para aprender, otras para comparar y en algunos casos para aprender una lección fundamental sobre la vida, el aprendizaje o incluso la muerte. Las historias nos sirven para conocernos a nosotros mismos a través de la experiencia de los demás, nos sirven para imaginar, recordar, rechazar, abrazar ideales, creencias, formas de vida y costumbres. En realidad sirven, como dije, de mucho. Nosotros, los seres humanos somos las historias que alguien imaginó.
Lo que asusta, como mencioné antes, es convertirse en espectador solamente, sin actuar, sin moverse, sin crear, sin ser.
Me ha dado mucho en qué pensar esta película, sigo embelesado, emocionado y asustado a partes iguales. Trataré de conseguir la novela, prometo mantenerlos informados al respecto. Hasta la siguiente semana, queridas lectoras, amables lectores, no se la pierdan, en verdad, hace mucho no me emocionaba de esa manera con una película.
Quedo de ustedes.
Yo no decido sobre lo que voy a escribir.
José Saramago. Escritor portugués.
No, yo espero a que algo ocurra.
*El contenido de este texto no contiene I.A. y fue creado de acuerdo a los antiguos cánones de la escritura, a partir de un tema, un conocimiento previo, investigación y redacción.

