Por: Julieta E. Libera Blas.
Me mira fijamente mientras intento refugiarme en los brazos de mi madre. Despierto agitada; me miro en el espejo y no me reconozco. Me persigue, sus pasos son pesados como el plomo. Me aterra su imagen.
Mis huesos están rotos, mis manos afiladas, mi lengua partida en dos.
El cabello desprolijo y su voz como turba enfurecida susurrándome al oído: Ven ¿no te das cuenta que muerta estás?- ¡No puede ser cierto! – le respondo al sentir como va hundiendo mi cabeza en la almohada.
Julieta E. Libera Blas.
Apreciados lectores y lectores:
Apague la luz y escuche fue una emisión radiofónica transmitida por la XEW a partir de 1956 y hasta 1960 con la conducción de Arturo de Córdova, estrella del cine mexicano. El programa tenía una temática de misterio y suspenso, llevando cada capítulo a un cierre.No era seriada como las radionovelas. La magia de aquella época era escuchar e imaginar, crear una atmósfera de lo que se iba narrando. Crear miedo, desesperación, terror, angustia pero también sentir amor, misericordia, pasión quizá hasta lujuria. Personalmente mi amor hacia la radio hablada es infinito; aún añoro esas mañanas en las que mi papá encendía el radio en el programa Monitor (1978-2008) de José Gutiérrez Vivó. Esa era la señal para saber que era hora de levantarse para comenzar un día más. Mi madre encendía la radio de nuestra habitación para que escucháramos un programa infantil transmitido por Radio Educación del cual no recuerdo su nombre. Durante el programa recibían llamadas en vivo de madres conminando a sus pequeños hijos e hijas a mandar saludos, pedir canciones, recitar alguna poesía, contar chistes, efemérides o sólo desear los buenos días. Todo esto mientras mamá intentaba cepillar el cabello largo de sus hijas, hacerles una cola de cabello y vernos vestidas con nuestro uniforme escocés impecable. Durante el desayuno la voz inconfundible de Gutiérrez Vivó retumbaba en nuestros oídos, confieso que me daba un poco de temor, me inquietaban sus notas.
Mamá llevaba a mis hermanos a la escuela mientras yo me metía debajo de su chal de flores color beige, sus pasos eran rápidos, precisos, jamás lentos. Los despedía en la puerta del colegio sin olvidar persignarlos. Al ir llegando a casa de la mano de mi mamá escuchaba una melodiosa canción “¡Donelli! ¡Donelli!… los calcetines de más duración.” Recuerdo que la cantaba imaginando cómo era el calcetín que la cantaba mientras le decía a mi madre que yo quería uno de ésos calcetines pero ella entre risas me decía que eran para uso exclusivo de hombres. Cuando mamá me llevaba a la escuela casi dos horas después pues era el horario del maternal alcanzaba a escuchar la voz amena de Chepina Peralta (1930-2021) ofreciendo los buenos días y el menú que cocinaría. Pensaba en la “mala suerte” de no quedarme en casa y poder escucharla para “aprender a cocinar” así que cuando salía del colegio, me encerraba en mi habitación, montaba el burro de planchar que era nada más y nada menos que la estufa, los dados de madera de mi hermano los cuales podrían tener cualquier función, su pizarrón que fungía el papel de un sartén, alguna de las ollas de mamá, cucharas y miserables para imaginar que estaba preparando la comida. Yo quería ser como Chepina, quería aprender a cocinar y hacer platillos deliciosos o al menos así lo expresaban sus radioescuchas pero más que ser como ella, deseaba ser como mi mamá.
Al subir al auto, papá encendía la radio pidiéndole a mamá buscar “noticias o ponle a Universal o al Fonógrafo” papá ama los boleros y justo en El Fonógrafo: Música ligada a tu recuerdos –recuerdo perfecto el silbido y su melodía. La voz inconfundible de su conductor Salvador Luna Ibarra (1921-2016) él fue uno de los conductores que marcó mi niñez y adolescencia; los boleros cantados por Antonio Badú, Agustín Lara, Eydie Gorme, Javier Solís, María Victoria, Marco Antonio Muñiz, Los Panchos, Los Tres Ases y demás, embellecieron mi infancia, mis memorias.
Pero, ¿qué decir de aquel programa radiofónico que a muchas personas incomodaba? Tachado como un programa machista con rasgos misóginos “Buenos Días” conducido por el finado Héctor Martínez Serrano (1933-2020) recuerdo muy bien que mi abuela materna escuchaba atenta el programa mientras hacia sus labores o sonreía o su ceño se fruncía, a veces reía y mientras yo escuchaba a lo lejos la conversación de aquel hombre de voz grave y profunda pensaba ¿por qué repiten la hora dos veces? Durante mi juventud le guarde al programa cierto recelo pues no comprendía ¿por qué el recelo de este hombre? Me molestaba que interviniera en la toma de decisiones que sólo le correspondían a una sola persona pero ¡Sorpresa! Ellas o ellos hablaban para pedir consejo y ahí estaba Martínez Serrano dando palabras de aliento o de consuelo o para lo que a mi me parecía: un juicio multitudinario entre los que participaban de manera directa hasta los que cantaban. Pasó el tiempo y poco a poco su dureza y rudeza se fue equilibrando, ya no era el mismo hombre duro sino más tolerante, con mayor paciencia y empatía. La edad nos hace ver las cosas de distinta manera, nos vamos desacelerando hasta que nos detenemos en seco.
Yo no escuché en su tiempo Apague la Luz y escuche con el gran Arturo de Córdova, de quien voy a estar eternamente enamorada de su presencia y actuación, sobretodo de esa voz maravillosa que cautivaba desde aquellos años en la que todos nosotros ni siquiera estábamos programados para nacer. Si hubiera nacido en aquellos años dorados de la radio y del cine y tal vez de la vida diaria, estoy segura que me hubiera sentado en un sillón a escuchar el programa que todos los domingos la XEW transmitía a las ocho de la noche.
Ahora mismo escucho en voz de Beny Moré, Mucho corazón y que años después la cantaría Luis Miguel para que las nuevas generaciones conocieran los boleros; era una maravilla cantarlas porque siempre las había escuchado y si bien me gusta el rock no dudo un instante de darme tardes o noches escuchándolos mediante una aplicación porque tristemente El Fonógrafo dejó de emitir en su programación la mayoría de esta música. Cómo olvidar a Los Churumbeles de España que me martirizaban, pues sus voces me parecían intolerables.
La vida ha cambiado, la radio hace mucho tiempo ya no es la sombra de lo que conocimos, busco entre los recovecos de YouTube alguna grabación de aquellos ayeres en donde al parecer la vida era un poco más fácil y no porque el aquí y el ahora no sea bueno sino que algunas veces uno necesita mirar por dentro esa ventana que dejamos con o sin intención abierta.
Nota:
Quiero agradecer a mi compañero Roberto G. Amezcua al haberme mencionado en su columna Desde el potrero semanal del día 14 de Marzo de 2024. Con gusto les hago la invitación de leer a los columnistas de METAOPINIÓN que semana tras semana nos hacen entregas maravillosas, así como a que nos sigan.
Sin nada más por el momento y esperando que haya una segunda entrega de este mundo maravilloso que es o que era la radio.
Un abrazo a la distancia.


