Por Juan de Lobos.
Apreciados lectores, queridas lectoras. Esta semana vuelvo a abrir mi corazón y mis recuerdos para ustedes, deseo platicarles un poco sobre lo que vemos en los demás y no somos capaces de apreciar en nuestra vida.
A través de este camino que hemos compartido, me he sentido cada vez con mayor confianza hacia ustedes, me puedo mostrar, casi, tal cual soy mientras comparto mis palabras, recuerdos, ideas, creencias y pensamientos mediante su amable lectura. He descubierto en esta columna (que en un principio resultó en una terapia para vencer a la procrastinación) que somos muy parecidos, que tenemos de una u otra manera experiencias similares y en esta época de cambios y desequilibrios tratamos desesperadamente de hacernos escuchar o tratar de comprender a los demás.
Pero sucede que a veces nos topamos con que los demás gozan de una increíble suerte, del éxito financiero, que su OnlyFans es redituable y se pueden permitir posar con una corona y la imagen de sus piernas dirigidas hacia un mar azul. Leemos en esos muros azules, todas sus buenas ideas, sus citas favoritas, sus agradecimientos, sonrisas, fiestas y graduaciones, ascensos y demás logros personales. Aquí me pregunto lo que más de uno se ha cuestionado desde este boom de las redes sociales ¿Qué me hace falta para alcanzar ese Olimpo digital?
Vemos las cosas desde una percepción distorsionada, definitivamente, desde un filtro irreal e ideal, la suerte que vemos reflejada no es tal, el éxito financiero se basa en tener las tarjetas a tope o a fingir con ropa clonada, el OnlyFans se sostiene gracias a un pequeño grupo de voyeuristas y la corona en la playa no te salva de las picaduras de insectos, deshidratación e insolación o el tener que correr desaforado hacia el lobby del hotel porque un monzón tropical azota la costa o el sargazo hace imposible estar más tiempo del necesario en la playa, el cual solamente se usa para tomar la selfie y ya.
No digo que esté mal el presumir (ahí humildemente) los logros personales y familiares, compartir las cosas que nos gustan, así como el conocimiento grande o pequeño sobre un asunto o tema en particular; hay quienes disfrutan peleando con desconocidos y es su manera de desahogarse de las miserias y complicaciones cotidianas.
No terminamos de comprender el modelo de negocio que representan las redes sociales, en donde nosotros (los usuarios) somos el activo más importante de esas empresas, somos el producto y por eso seguimos inundados de publicidad pagada, muchas veces engañosa o fraudulenta o política (la cual une a las dos primeras) y no podemos expresarnos libremente porque nos suspenden la cuenta (somos activos, pero no EL ACTIVO) y tenemos que quejarnos y posteamos que: “No doy mi consentimiento para hacer tal o cual cosa…”. Tenemos que comprender que ¡Las redes sociales son privadas y se reservan el derecho de admisión!
Pero es en ese mundo irreal en donde cada día es más común reflejar nuestras necesidades emocionales, económicas o sociales, en menos de diez años nos hemos convertido en mirones y en escaparates de nuestras vidas.
¿Existimos en realidad si no se nos da un like? ¿Cómo lo podemos usar a nuestro favor? Para esta última pregunta sí tengo una respuesta (ojo, no quiero decir que sea una buena respuesta, pero a mí me funciona) y la forma en que la usamos a nuestro favor es justamente comprendiendo para qué sirven y qué generan las redes sociales, aprovechando los nuevos nichos de negocios, de información y de entretenimiento que nos brindan, todo el conocimiento que se puede compartir y de esa manera honrar a quienes crearon la primera red informática.
Pero esto también trae truco, en realidad, si no cobramos una verdadera consciencia sobre el uso y los alcances de esta herramienta, podemos cometer terribles errores de juicio, nos podemos desinformar y sobre todo, sentirnos más solos a pesar de tener cientos de amigos del face o seguidores en IG.
Tenemos que volver a pensar por nosotros mismos, a discernir, a comparar, a digerir la información, comprobar las fuentes, aprender de nuevo a aprender. En esta vorágine de datos, sonidos, imágenes y herramientas que nos pueden volver ricos o miserablemente pobres, el conocimiento y la consciencia son importantísimos para la vida real, lo son también para nuestra vida virtual.
Pensemos por un momento que para muchas personas, lo que subimos a nuestros muros, en nuestras historias, también les puede parecer la mar de interesante, tal vez ven en nuestras imágenes lugares que desearían conocer, comida que les gustaría probar o simplemente les gusta lo que ponemos o escribimos, siempre he pensado en el vaso medio lleno después de todo.
Y a partir de aquí me permito hacerles las recomendaciones de esta semana apreciadas lectoras, amables lectores: Los invito a que lean el demás contenido de Metaopinión. Cada sección está generada con conocimiento, respeto al lector y sobre todo gusto y pasión por los temas a tratar; anímense a conocer el contenido que nos comparten el equipo de escritores y redactores de este medio digital: Vayan a Desde el potrero, descubran a la Jiribilla semanal, lean Mujeres, deporte y una copa de vino, respiren Aires mexiquenses, reflexionen con Relatos y con todo aquello interesante que tenemos para ofrecerles. Lo haríamos en una revista impresa, pero estamos tratando de sacarle provecho, como mencioné antes, a esta herramienta digital.
¿Ustedes cómo la están aprovechando? Déjenme sus interesantes comentarios.
Quedo de ustedes.
El internet es la primera cosa que la humanidad ha construido y que no entiende, el experimento más grande de anarquía que hemos tenido.
Eric Schmidt Empresario e informático estadounidense.
*El contenido de este texto no contiene I.A. y fue creado de acuerdo a los antiguos cánones de la escritura, a partir de un tema, un conocimiento previo, investigación y redacción.


