ucronia 13

La lectura como un paraíso olvidado o el auge de lectura chatarra

Por Juan de Lobos.

Queridos lectores, estimadas lectoras. Desde hace algún tiempo he notado que dada la actual cultura de la inmediatez y la falta de paciencia y concentración en muchos lectores, la lectura en general se ha visto afectada.

Me refiero a la lectura de un cuento, de alguna crónica o novela y sobre todo en libros físicos. No soy un experto, aclaro, solamente un curioso que ha experimentado en carne propia esa apatía lectora. Sin embargo por otro lado podemos pasar mucho tiempo leyendo un mismo párrafo repetido con pocas o nulas modificaciones una y otra y otra y otra vez cuando utilizamos los dispositivos electrónicos y accedemos a otras plataformas de “información”.

Es frustrante cuando tratas de descifrar lo que dice alguna nota evidentemente sacada de una fuente extranjera y pasada de manera perezosa y descuidada por un traductor (seguramente de Google) y reproducida sin haber revisado la coherencia, sintaxis y gramática del referido artículo. Es desesperante y frustrante a la vez.

Leemos centenas de palabras de nuestros familiares, amigos, socios, jefes, subalternos o grupos de Whatsapp, Telegram o Messenger. Pero no retenemos demasiado o cuando queremos aportar algo a la plática, ya se está conversando de otra cosa (también hay que tomar la ociosidad de cada interlector).

Comprendo que nos hemos malacostumbrado a devorar contenidos digitales y audiovisuales de manera inmediata. Necesitamos más notas sobre nuestros intereses y curiosidades, lo que nos cuentan y comparten nuestros contactos; nos entretenemos leyendo pero poco o nada recordamos de lo que acabamos de engullir con los ojos.

Las propuestas novedosas son pocas y el refrito de páginas y páginas ya creadas (y muchas veces plagiadas) llega a ser abrumador. Pero algo está sucediendo que poco a poco estamos abandonando los libros físicos y pasamos más tiempo leyendo contenidos (o mejor dicho vacíos) en formatos digitales. Sé que lo digital tiene una enorme ventaja sobre lo físico, este escrito por ejemplo lo puede leer alguien en Sudáfrica o en Brunei o en Altamira, siempre y cuando tenga acceso a internet y a la liga correspondiente, pero poco a poco nos estamos volviendo conformistas con respecto a los contenidos instantáneos.

Nos estamos olvidando de criticar (no me refiero a señalar solamente si hay o no contenido inclusivo u ofensivo o delicado en un texto), no comprobamos la veracidad de lo que estamos leyendo, no confrontamos fuentes, es más, muchas veces ni siquiera conocemos el nombre de los autores o no estamos seguros si lo que acabamos de leer lo generó una Inteligencia Artificial.

¿Alguno de ustedes lo ha sentido? ¿Nos ponemos en realidad a leer o solamente tenemos acceso ilimitado a palabras que poco necesitan tener alguna lógica o sentido? Leemos y creemos saber un poco más sobre algún tópico de nuestro interés y a veces la información es errónea (por descuido o a propósito), pero lo damos por hecho y comenzamos a devorar otra nota igual.

Me he vuelto un lector sumamente perezoso, comprendo que entre mayor número de caracteres que tenga un texto, el algoritmo le dará cierta preponderancia sobre otros textos similares (lo que me hace dudar si en realidad existe algo inteligente dentro o detrás de toda esta artificialidad), no importa el contenido, si no su extensión en bytes, lo que me lleva a abandonar la lectura a la mitad ante cualquier indicio de repetición o reiteración en la nota, señal que ya leí lo suficiente.

Para no romper con la mística de esta columna semanal, deseo compartir una ucronía con ustedes:

Imaginen que durante el siglo pasado, no se apoyó a la educación pública, no era necesario que la gente común leyera o escribiera, los Evangelistas y Escribanos públicos hacían esa labor, los eruditos mantenían un hermetismo dentro de los bachilleratos y solamente una élite podía acceder a la Universidad, adquirir una Licencia para ejercer alguna carrera dentro de cualquier área superior del conocimiento, pero manteniendo un estatus muy por encima de la población general. En cada esquina hay pantallas comentando las noticias, la música de diversos géneros y con bastante volumen llena las calles y las casas.

Esa élite solamente comenta o nos permite conocer lo que ellos desean que comentemos o conozcamos, ¿En qué se diferencia a lo que estamos viviendo actualmente? ¿Se han dado cuenta como han estado desapareciendo bibliotecas? ¿En verdad sabemos o creemos que sabemos?

Quedo de ustedes.

Me gusta saber que existen libros que podré aún leer.

Italo Calvino. Escritor Italiano.

*El contenido de este texto no contiene I.A. y fue creado de acuerdo a los antiguos cánones de la escritura, a partir de un tema, un conocimiento previo, investigación y redacción.

Deja un comentario